Sevilla

Entradas y salidas de la pirámide

La Razón
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Anda muy revoltoso el patio entre entradas y salidas de ministros, también de consejeros. Es la normalidad democrática, dicen, cuando realmente quieren referirse a la normalidad tentacular de los partidos. Al grito de cuerpo a tierra, cuerpo al cielo, a los pasillos del poder de España se les han abierto más puertas que a la Torre Rothschild y, forzado por la circunstancia monclovita, el titular andaluz de Presidencia, Manuel Jiménez Barrios, se dispuso a cargar de solemnidad la presentación del nuevo Ejecutivo de la Junta a la que solamente le faltó un muestrario de alfombras morunas enviadas contra reembolso por el cordobés Luis Planas, flamante ministro de Agricultura y ex embajador en Marruecos. Es de intuir que, con tal nivel de sahumerio, a Susana Díaz le haya dado un soponcio de efluvios. La presidenta, de cuyo regazo ha huido María Jesús Montero, se esforzó en clamar en el desierto por un pacto en sanidad y educación como si repentinamente hubiera aterrizado en España una legión de ovnis neoliberales que pretendiera derrocar el sistema de bienestar, cuya vigencia nadie pone en duda en toda la Unión Europea, ya sean rojos, verdes, azules o multicolores. Debe de ser la grillera que aguanta en San Telmo después de la llegada a Pedro Sánchez adonde la trianera nunca pensó que llegaría. De crisis en crisis, y tírese porque le toca, las salidas y llegadas se esperan igual de agitadas en el campo de batalla del Partido Popular. En la sede de la agrupación en Sevilla creen que Juan Manuel Moreno Bonilla será un elemento sustancial de la transición entre Rajoy y lo venidero, llámese como se llame. Quizá sea Juanma el único que desconozca el proceso de disecación que sufre en la sevillana calle San Fernando. Con lo difícil que lo tenían las momias para escapar de las pirámides.