Andalucía
«Estoy al límite, nunca he tenido que vivir de la caridad de nadie»
Una madre con dos hijos alerta de la falta de recursos públicos para atender la denominada «pobreza invisible»
Sevillana, 41 años, madre de dos hijos y su situación es muy similar a la de miles de andaluzas que luchan por sacar adelante a su familia a pesar del azote del paro, de la ausencia de ayudas públicas y la falta de oportunidades. No quiere desvelar su identidad, pero es bien conocida en la orden religiosa que se hace cargo del pago del alquiler de su vivienda, en la fundación que ayuda a su hija a hacer los deberes por las tardes y en la entidad bancaria que mensualmente le expide unos cheques para que a su hijo, de apenas cinco meses, no le falten los pañales ni la comida. En definitiva, personifica lo que se ha dado en llamar «pobreza invisible», un hecho del que viene alertando la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-A) a través de una campaña que pretende visibilizar la pobreza que la ciudadanía no percibe y que padecen cada vez más andaluces. Una pobreza que no se manifiesta en las calles ni tiene como consecuencia una falta severa de recursos, sino que está latente a causa de la crisis y que afecta a realidades tan concretas como las condiciones de la vivienda, el ocio o el acceso a las nuevas tecnologías.
Esta madre, a la que no se le «encoge el ombligo por limpiar casas y trabajar en lo que sea», vive en el sevillano barrio de Padre Pío, una zona del extrarradio en la que la juventud vive sin expectativas y el desempleo ya es crónico. Un barrio físicamente desconectado de la ciudad –atravesado por la circunvalación SE-30– con casas de una o dos plantas que esconden tras sus paredes verdaderos dramas familiares. Allí vive en una casa alquilada «en muy malas condiciones» por la que paga 255 euros, con un comedor, una cocina «sin apenas muebles» y una habitación donde duermen ella, su marido y sus dos hijos. «Es una casa muy vieja y el dueño no le ha hecho nada, tiene humedades y los muebles son muy antiguos; cuando levanto a mi hija para llevarla al colegio se despierta el pequeño». Reconoce que ahora, tras casi ocho años sin un empleo estable y sólo con trabajos esporádicos, «estoy al límite, nunca he tenido que vivir de la caridad de nadie». Llegó a tener su propio bar, ha trabajado de comercial y también ha limpiado viviendas. Ahora se acaba de dar de alta como autónoma –«al tener una minusvalía me sale más económico»– y ha invertido algo más de 400 euros en una licencia de venta ambulante, «lo que tenía ahorrado, pero mejor esto que no hacer nada». Tiene un puesto de bolsos y complementos junto a un centro comercial. Así, ella puede ir a este punto y su marido a los mercadillos de los barrios cada fin de semana, aunque «muchas veces se me cae el alma porque me llevo todo el día allí, hasta las nueve de la noche, y sólo he vendido 50 euros».
¿Cuáles son sus apoyos? Por un lado la orden religiosa que paga el alquiler de su casa, para que así pueda hacer frente a los recibos de electricidad y agua. Por otro lado, Obra Social La Caixa le otorga mensualmente unos cheques, por valor de 100 euros, para comprar productos de higiene y de alimentación para el pequeño. Gracias a esta prestación «estoy criando a mi hijo». Igualmente, la Fundación Mornese ayuda a su hija con las tareas del colegio. «Ella tiene muy buenas notas y me interesa que siga ese camino. Yo he luchado mucho para que esté aquí –en la fundación–, así que está muy ocupada. Además la quiero apuntar a clases de flamenco». También tiene a su familia, a sus hermanos, pero «yo prefiero pedir a la gente de la calle antes que a mi familia porque ellos tienen su vida y sus problemas».
¿Y la Administración? «Los gobiernos no están respondiendo a las necesidades de la gente», asegura, además de subrayar que «hay que machacar mucho para conseguir las ayudas». De hecho, recuerda «la barriga que pasé pidiendo papeles por todos sitios». No confía en los políticos porque considera que «están en el cargo para llevarse el dinero», así que «las papas te las tienes que buscar tú». «Claro que hay ayudas, y si no las hubiera los políticos tendrían que salir pitando».
Las necesidades aprietan y hábitos tan extendidos como ir al cine se convierten en un lujo. Reconoce que sólo ha llevado al cine a su hija una vez. «Me lo pide muchas veces, pero el problema es que quiere ver la película y luego cenar allí, y yo no me puedo gastar 50 euros». No tiene en casa internet, ordenador, «ni tele plasma», a pesar de que su hija lo pide insistentemente.
Según EAPN-A, un 15,2 por ciento de andaluces tiene retrasos en el pago de la vivienda, un 58,5 no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos, un 60 no puede irse de vacaciones al menos una semana y un 53,9% no puede acudir al cine o a un concierto.
Apoyando a casi 1.000 vecinos
La Fundación Mornese es la obra social de las salesianas en Andalucía y cuenta con un centro de formación en el barrio de Su Eminencia-La Plata, una zona «con mucho abandono escolar y escasas oportunidades», tal y como asegura su directora, Susana González. El centro «Sor Eusebia» atiende a casi 1.000 vecinos y ofrece cursos de auxiliar de geriatría y corte y confección, entre otros.
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