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Génova coloniza Andalucía

La Razón
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Mentiroso, miserable, bodrio, populista... Albert Rivera es el único líder nacional que predica la igualdad entre españoles también en materia de financiación autonómica y ésas son las cositas, entre otras, que ha tenido que escuchar en el Congreso de los Diputados por la firmeza de su postura. Los conciertos económicos vasco y navarro consisten en que las dos regiones más ricas de España reciben de las quince más pobres un dinero adicional, el célebre cupo, cuyo montante negocia cada año el Gobierno con la fuerza que le dé su mayoría parlamentaria. Para 2018, la factura se anuncia estratosférica porque sin los votos del PNV no hay presupuestos, pero tampoco los habrá sin los de Ciudadanos, que ha encontrado a una aliada firme en Susana Díaz, quien no sólo ve en este asunto un filón estratégico para ceñirse la bandera blanquiverde a su cuerpo serrano, sino que también lo percibe como una ventaja táctica para hostigar a Pedro Sánchez, su íntimo enemigo, que anda perdido en su laberinto plurinacional y no osa dar más disgustos a sus pachis e icetas. Sí queda en situación peliaguda Juanma Moreno Bonilla, obligado a comportarse como un Tío Tom del nacionalismo que tiene como rehén al PP y piensa cobrarse caro el rescate. Metido en los gastos del 155, ¿no convendría estoquear de una santa vez, y olvidarse de él para siempre, a este morlaco? Recuerda el maestro Pedro de Tena que Javier Arenas quiso rebelarse dos veces contra el diezmo septentrional, en 1996 y 2008, y en ambas fue desautorizado por la cúpula de Génova, calculadora y jesuítica, que siempre antepone sus intereses partidarios a los de los andaluces y tal vez por eso, no por el mito del voto cautivo, antes veremos por estos pagos a un unicornio rosa que un relevo en el ejecutivo regional.