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Guillermo Martínez: “No me pesan las conductas reprobables de los autores”

Guillermo Martínez, ganador del 75 Premio Nadal / Foto: Manuel Olmedo
Guillermo Martínez, ganador del 75 Premio Nadal / Foto: Manuel Olmedolarazon

En esta novela vuelve a «matar» y vuelve a Inglaterra con los mismos protagonistas que en «Los crímenes de Oxford», un matemático inglés y su discípulo argentino.

Recupera a los personajes, aunque es una novela independiente. Decidí recuperarlos porque los hechos reales en que se basa ocurrieron en 1.994, el año siguiente al que termina la anterior. Lewis Carrol escribió sus diarios íntimos y algunas de sus páginas fueron arrancadas por sus sobrinas. Luego guardaban un registro en una sola frase del contenido de cada página.

Lo hacían como no queriendo borrar del todo.

Claro, como un remordimiento, eran totalmente religiosas, para tener una información que les quedara a ellas. En el año 94 una joven dramaturga va la casa museo de Carroll y encuentra el papel donde están hechas esas anotaciones, que dan la clave de qué había sucedido a la pelea que tuvo Carroll con la madre de Alicia Liddle y sus hermanas y que llevó a que le impidiera seguir viéndolas. En mi novela imagino la historia a partir de ese hecho real.

¿Por qué eligió ese hecho, por admiración o por animadversión?

No, porque me pareció que contenía elementos intrigantes que podían dar lugar a toda una novela. Henry James decía que el escritor es quien le dan la mano y se toma el codo. Aposté a que tenía el mismo interés para los lectores que para mí.

Intrigante es...

Es como haber encontrado la piedra Rosetta. La chica encuentra esa frase y cree que puede reconstruir toda la historia a partir de ella. Yo imaginé a una joven becaria experta en la vida de Lewis Carroll.

Dice un personaje, en relación a eso, que al principio leía libros sin preocuparse por los autores y eso era más sano. Hemos llegado a un punto en que casi nos interesa más la vida del autor que su obra.

Eso refleja un pensamiento mío. En general, nunca les presté atención a las biografías de los autores. Para el caso de esta novela tuve que hacer una investigación «ad hoc». Lo que quiero es que los lectores tengan este punto de empatía con el narrador, se van enterando de a poco de todas las complejidades de la vida de Carroll.

¿Es también una crítica al hecho de que se juzgue a autores por sus hechos, como ha sucedido por ejemplo con Nabokov?

Tengo total claridad de que no importa lo que haya hecho Carroll. No está del todo claro cómo era su relación con las niñas, no hay una evidencia definitiva de si transgredía al plano físico o era una adoración a distancia. Se sabe que tenía una atracción hacia las niñas, pero no hasta qué punto traspasaba del pensamiento al acto. Esa discusión es lo que está en debate todavía entre los biógrafos. Lo que sí tengo claro es que en mí no pesa nada enterarme de alguna conducta moralmente reprobable de algún autor porque si no uno tiene que vaciar la biblioteca: empezar por Cervantes que escribe El Quijote en la cárcel; Cèline, que escribe contra los judíos y los negros; Borges, que tiene una frase totalmente despectiva sobre el arte indígena y que se va a abrazar con Pinochet... No hay manera.

Las matemáticas tienen un gran protagonismo.

Sí, me gustan mucho ciertas miradas que dan las matemáticas que no se encuentran en otras disciplinas. Por decirle algo: una frase sobre la estadística que dice «no importa cuán grande sea la olla, basta una cucharada para probarlo». Pero si es una sopa de letras, tenés que asegurarte de pescar todo el abecedario.

Aborda también el debate de la existencia o no de Dios.

Eso también es un tema que me resulta fascinante. Si hay algo así como un orden cósmico previo al ser humano, como pensaba Einstein, o la supuesta armonía del Cosmos provienen de la forma racional de tratar de darle sentido. Las matemáticas dan una manera de pensar que trata de contemplar las posiciones opuestas, ver la complejidad de las cosas... Con el conocimiento científico, en general, ocurre que a medida que te acercas a un tema, tenés la sensación de que se va complejizando cada vez más. Con el caso de Carroll y las niñas, aparecen elementos contradictorios entre sí. Tenés que reunir una gran masa de información para poder decir algo.

Ha habido recientemente polémica por subtitular «Roma» en español, una película mejicana de Alfonso Cuarón, para que se entendiera. ¿Le ha pasado que quisieran «españolizarla» su escritura?

En esta novela corregimos mínimas cosas, porque acá habrían pasado por errores. Por ejemplo, la palabra develar. (por desvelar). Si un español ve escrito develar cree que es un error. Aunque no está mal que los españoles se enteren de que hay palabras que se usan de manera diferente. Nosotros «flipamos» con las palabras españolas (risas).