Economía

Hidalgos contra turistas

Con la confianza de los mercados en el país desangrándose por los vaivenes de un Gobierno esquizofrénico, al que llamar sólo veleta resultaría injurioso, y los consumidores acojonados ante el sablazo fiscal que se cierne sobre ellos, cortesía de Podemos y su querencia por las recetas venezolanas, agosto ha sido el primer mes en un lustro en el que España ha destruido empleo. Al suflé de Pedro Sánchez no le ha durado el aire ni siquiera los cien días de cortesía, pero los datos macroeconómicos jamás resultan tan elocuentes como los detalles de dimensión humana, ni tampoco es necesario buscar sus razones en la alta política, sino en las miserias de los hombres. El caso andaluz resulta paradigmático. En plena temporada turística, el paro ha aumentado en la región: 8.284 personas han perdido el trabajo en total y 8.365 lo hicieron en el sector servicios, un desfase de -81 en la principal locomotora de nuestra economía. Que sufre con la competencia de otros destinos mediterráneos, al fin liberados de sus tragedias cuasi bélicas, pero que también se resiente por una virulenta resistencia aborigen, la partida de los «turismófobos», que ha conseguido desprestigiar nuestra única actividad industrial digna de tal nombre. La expresión utilizada en francés como arquetipo de la estupidez humana, «escupir dentro de la sopa», es literalmente aplicable a estos entusiastas promotores de la miseria (ajena) que pedirían el cierre de una fábrica, con el consiguiente despido de todos los obreros, porque la sirena los sobresalta a la hora del desayuno. Pues ya están consiguiendo que los invasores bárbaros, con sus despreciables fajos de euros, migren hacia el Magreb, las islas del Egeo u otros destinos donde no sea preferible espolvorearse la barba con migas a ensuciarse las manos trabajando.