Literatura
Inma Chacón: «No pienso en el lector cuando escribo»
ESCRITORA. «Tierra sin hombres» recupera a las «viudas de vivos» gallegas
La escritora considera que «no plantearía nunca novelas con protagonistas femeninos como "La regenta"». «Me encantaría que esta novela acabara en una película o una serie. Es muy visual», dijo.
Tres mujeres, una madre y sus dos hijas, se enfrentan a la vida a comienzos del siglo XX en Galicia con la ausencia del padre como telón de fondo. Así arranca la última novela de Inma Chacón (Zafra, 1954), «Tierra sin hombres», un texto que hereda el sello mítico de la literatura sobre ese territorio donde se confunden la realidad y lo oculto.
–¿Dónde está la «tierra sin hombres»?
–Está en Galicia pero puede estar en cualquier sitio porque en España y en Europa ha habido una tradición de emigración muy fuerte. Así, al igual que en la novela se hace un homenaje a Galicia también lo es para otras como Extremadura o como Andalucía, Italia, Irlanda y Grecia, que somos los que ahora deberíamos estar acogiendo a emigrantes de otras zonas menos favorecidas. Nosotros nos tuvimos que ir a principios del pasado siglo, en los años sesenta y ahora mismo también. Somos un país de gente que se ha tenido que buscar la vida fuera, por eso la novela es un homenaje a todos esos hombres que se tuvieron que ir y a las mujeres que se quedaron, generalmente, al cargo de los hijos, de las tierras y de los negocios familiares, además con muy pocos recursos.
–Galicia es ya de por sí un territorio de ausencias, mítico. ¿Es un buen lugar sobre el que escribir?
–Bueno, elegí este tema precisamente por eso que decía Rosalía de Castro, las «viudas de vivos», sobre las que no se ha escrito casi nada. Es una tierra muy mágica, porque además la magia y esas cuestiones irracionales del ser humano están muy presentes. Está esa frase de «no creo en las meigas, pero haberlas haylas»; es cuando se desarrolla ese espíritu sobrenatural, creas o no creas en ellas. Hay mucho que explorar aún.
–¿Éste es un libro de mujeres o de hombres?
–La trama recae fundamentalmente en las mujeres, pero los personajes masculinos tienen mucha fuerza y mucha importancia en la historia, porque son los que van a desencadenarla. Me gustaría que la novela fuera un homenaje a esos hombres que se van, porque se habla mucho de los que se quedan. Ese deseo de que vuelvan, esa incertidumbre de si van a volver o no, pero los que se van se llevan la añoranza y el deseo de volver, sin saber si podrán hacerlo o no. En mi novela, los hombres son también protagonistas, no es una novela exclusiva para mujeres, aunque sea verdad que los lectores en España son mujeres. Creo que la literatura debe ser universal, no me plantearía nunca novelas con protagonistas femeninos como «La Regenta», «Ana Karenina» o «Madame Bovary», lo que pasa es que en esta ocasión es una novela protagonizada por mujeres, escrita por una mujer, si lo hubiera escrito un hombre esto no se plantearía. No sé si hay novelas para hombres, pero sí tengo que decir que yo no pienso en los lectores cuando escribo, eso viene luego. El primer acto es dar con el mensaje que se quiere contar, porque luego el lector termina, interpreta su novela. Nunca pienso en quién va a leerla.
–El paisaje sí que tiene entidad propia.
–La verdad es que a mí me interesaba mucho, aunque la novela estaba basada en la historia real de Elisa, que me la contó su nieto. Al principio iba a hacerlo así, lo que pasa es que luego me he ido desviando y al final es una trama de ficción que es un homenaje a ella. Elisa era una gallega cuya madre era una «leiteira», vivió en Covas y en Ferrol. Por eso me fui allí, para ver las playas, el mar, y me llamó mucho la atención la fuerza de la naturaleza en Galicia, que tiene una presencia muy impresionante. Quise trasladar esa presencia haciéndola un personaje más de la novela, porque interactúa e influye en ellos, que hasta se mimetiza con ellos. Cuando un personaje desaparece lo hace en la niebla y si otro está contento sale el sol. Esos elementos tienen voz, el rugido del mar, los árboles, el viento que se enreda en las copas de los árboles, o los animalillos que hay al lado de los caminos. De pronto escuchas un gemido, la humedad, la lluvia, todo lo que influye en lo sensorial.
–¿Qué le parece que la comparen con Torrente Ballester?
–La verdad es que me halaga, porque he tenido como referente a Torrente Ballester y, de hecho, la primera cita que aparece en el libro es un párrafo de «Los gozos y las sombras». Cuando lo leí me maravilló su capacidad para trasladar al papel la humedad de las cosas. Lo lees y te empapas de la lluvia, para mí es un orgullo, pero creo que es demasiado.
–Hablamos de Galicia pero usted es de Extremadura, un sitio fantástico sobre el que escribir.
–Pues sí, quizás la próxima novela la sitúe en Extremadura, porque tengo ganas de escribir sobre mi tierra. En todas las novelas que he escrito hay un homenaje a Extremadura, o bien aparece algo directamente o como en ésta, donde un establecimiento lleva el nombre de uno que había en mi pueblo y que se llamaba «El buen gusto» para que aparezca Zafra. Son tierras que han sufrido también lo mismo, el abandono de las instituciones, de la emigración y además se les ha atribuido a las dos una falsa identidad. Creo que no se las conoce, la gente se sorprende cuando llega a Extrema-dura, que es la región con más kilómetros de costa de Europa, costa dulce claro. Como en Galicia, nunca se ha invertido allí, se dejó como un coto de caza para terratenientes, son dos zonas muy maltratadas por la Historia.
–El video promocional parece el adelanto de una película o una serie de televisión. ¿Le gustaría ver su historia en la pantalla?
–Me encantaría, claro, porque es muy visual, pero para eso hay que hacer muchas negociaciones, aunque hay productoras interesadas..., todo esto va muy despacio y da mala suerte hablar de ellas (risas).
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