Política

Elecciones andaluzas

La abstención y el trasvase de votos PSOE-Cs son la clave

Juanma Moreno y Pablo Casado
Juanma Moreno y Pablo Casadolarazon

La política de bloques marca el 2-D ante la falta de mayorías

La encuesta de NC Report para LA RAZÓN situaba el porcentaje de población indecisa en el 41 por ciento. La reciente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) avala ese pronóstico y apunta que el 26 por ciento de los andaluces aún no saben a quién votarán y el 11,4 por ciento de los electores no sabe si lo hará. De nuevo, casi el 40 por ciento. Entre los que sí tienen intención de ejercer su derecho al voto, la posibilidad de trasvase entre bloques es clave. Su decisión final puede marcar el resultado.

La política de bloques diferenciados se va a ensayar por primera vez en Andalucía en este ciclo electoral. Ciudadanos ha cerrado la puerta a pactar de nuevo con el PSOE de Susana Díaz, que necesariamente deberá mirar hacia su izquierda. Los 6,5 millones de electores andaluces llamados a las urnas ya saben cuáles son las alternativas: un bloque de cambio formado por el Partido Popular y Ciudadanos; y otro en el que deberán cohabitar el PSOE y Adelante Andalucía, la confluencia impulsada por Podemos e Izquierda Unida.

Fuentes de NC Report consultadas por LA RAZÓN señalan que la fuga de votos del PSOE hacía Ciudadanos ronda actualmente el 4,3 por ciento. Por su izquierda, los socialistas sólo se dejarían un 2,3 por ciento. Este desgaste no es suficiente para que Susana Díaz pierda su holgada posición como partido más votado y lidere todas las encuestas con un «confortable» porcentaje de voto que rondaría el 35 por ciento.

Si nos atenemos a los resultados de marzo de 2015 en los que el PSOE sumó 1,4 millones de votos, esa exigua fuga de apoyos hacia Ciudadanos del 4 por ciento se traduciría en menos de cien mil sufragios. No sería suficiente para que el bloque de centro derecha pudiera alcanzar los 55 diputados y formar Gobierno.

El trasvase de votos desde el PSOE hacia Adelante Andalucía no es tan importante, ya que la coalición de Podemos e IU no pone en riesgo la victoria de la actual presidenta de la Junta. Además, esos votantes no saldrían del bloque de izquierdas.

En el bloque de centro-derecha las incógnitas son dos. La primera, y la más trascendente, es si entre ambas formaciones sumarán los 55 diputados que conforman la mayoría absoluta del Parlamento andaluz. Ninguna encuesta lo ha pronosticado. Fuentes del PP lamentan que el partido de Albert Rivera se haya escorado a la «derecha» compitiendo directamente con ellos en un espacio político saturado –más aún con la aparición de Vox– en lugar de mantenerse en el centro para captar a los descontentos con el PSOE y a los temerosos de un pacto con Podemos. Si Cs consigue sumar a electores tradicionales del PSOE aumentarían las opciones de cambio en la única comunidad autónoma que no conoce la alternancia política.

La segunda variable del bloque de centro-derecha es el trasvase de votos que se produce entre el PP y Ciudadanos. Ambos compiten por ver quién de los dos partidos lidera la alternativa a Díaz. Los datos de NC Report confirman que la formación de Juan Marín –candidato de Cs– se nutre de un 11 por ciento de antiguos votantes populares. Un botín cuantioso pero insuficiente para un posible «sorpasso» y más aún para arrebatarle el Gobierno andaluz a Susana Díaz.

Al no existir partidos nacionalistas en Andalucía –el reducto que quedaba apoya, en teoría, a la marca de Podemos e IU–, estas elecciones supondrán la muestra más fiel de la situación de los bloques políticos a nivel nacional. De ahí que los líderes nacionales hayan anunciado que se volcarán durante la campaña electoral. Además de la Junta de Andalucía, está en juego el liderazgo del centro derecha entre Pablo Casado y Albert Rivera; y supone un test relevante para testar el apoyo que suscita la gestión de Gobierno de Pedro Sánchez y su socio parlamentario Pablo Iglesias.