Andalucía
La encina en su incertidumbre
Aunque haya a quienes les resulte un incordio, las leyes de la naturaleza comprometen a todo bicho vivo, esté el semoviente donde esté y sea la cuenta bancaria que posea lo mullida que se quiera. Que todo lo que suba esté destinado a bajar o que un cuerpo no pueda ocupar el mismo volumen de otro son los fundamentos de la ley de la gravedad y de la impenetrabilidad de los cuerpos, respectivamente, tan ciertos y universales como que la muerte nos espera a todos. A las certezas de la física clásica, no obstante, se unieron a inicios del pasado siglo los hallazgos de la mecánica cuántica. Uno de ellos fue el principio de incertidumbre de Heisenberg. En la década de 1920, el físico alemán vino a enunciar que es imposible conocer a la vez el lugar y la velocidad de una partícula en el nivel subatómico. Ése, el principio de incertidumbre, será sin duda uno de los puntos sobre los que tratará, atómica o subatómicamente, la convención que el Partido Popular celebra hasta mañana en Sevilla. El partido que sustenta al Gobierno, que ha sustituido en su logotipo la volante gaviota por una enraizada encina, el voluble aire por la tierra cierta, se ha encontrado repentinamente que puede saber dónde se encuentra, pero no a la velocidad que viaja, y al revés, aunque va a ser complicado que sean averiguadas las dos magnitudes de modo simultáneo. Espacio y velocidad, a Rajoy le atribuyen una brújula y un velocímetro infalibles, pero el caso Cifuentes y el auto del tribunal alemán van a poner a seria prueba la capacidad del demiurgo gallego para templar y tañer sus instrumentos de medición. El PP se ha topado con dos inesperados reveses justo cuando iba a propagar a los cuatro vientos su renovación desde Andalucía. La nueva encina va a ser presentada con más incertidumbres de las previstas.
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