Literatura

Andalucía

«La memoria sin piedad conduce al rencor»

En su último libro, «Hispanibundia», Mauricio Wiesenthal trata de fundamentar los rasgos del carácter español, incluso «cómo nos vieron desde fuera»

«La memoria sin piedad conduce al rencor»
«La memoria sin piedad conduce al rencor»larazon

Su último libro, «La Hispanibundia. Retrato español de familia» (Acantilado), es un ensayo sobre la cultura y la historia de España en el que trata de fundamentar los rasgos del carácter español, y sobre «no sólo lo que mejor y peor hicimos juntos, sino también lo que aportamos a Europa y cómo nos vieron desde fuera». Nacido en Barcelona en 1943, Wiesenthal está muy vinculado a Andalucía, ya que se crió en Cádiz y estudió en la Universidad de Sevilla, para cuyos cursos de verano escribió en 1966, a sus 22 años, una serie de conferencias que han servido de base para esta «Hispanibundia».

–En 1966 usted era un joven profesor que citaba a hispanistas como Sverker Arnoldsson y Lionel Cecil Jane, ¿tanto han cambiado los profesores universitarios en medio siglo?

–Ya mis maestros, como Ramón Menéndez Pidal, Madariaga, Américo Castro o Sánchez Abornoz me llevaban mucha ventaja. Yo sólo tenía claro quiénes eran los mejores para aprender de ellos. Me parece triste que haya hoy gente que se cree por encima de sus maestros.

–¿Se arrepiente de haber abandonado a esa edad su puesto universitario para recorrer mundo?

–Quería ser escritor y debía construir mi vida, antes de escribir mi relato. Todo lo que sé de literatura lo aprendí en la calle, y todo lo que sé de la calle lo aprendí en los buenos libros.

–La palabra más usada en su ensayo es «nuestro»...

–No sé escribir sobre España sin compartirlo. Por eso no me siento nacionalista.

–Describe la «hispanibundia» como «una vehemencia del corazón», ¿está el temperamento español más cerca del corazón que del cerebro?

–Nosotros no inventamos el racionalismo. Por el contrario, fuimos extraordinarios en el realismo y en el barroco. Pensamiento y corazón unidos. Pensar y hacer. La única fe saludable es la que produce buenas obras.

–Sostiene que la víctima siempre es más grande que el verdugo. ¿Los totalitarismos han sido los sistemas más débiles?

–La justicia no es del débil ni del fuerte, sino ecuánime e igual para todos. Por eso los totalitarismos han sido tan injustos.

–Y afirma que ser iletrado en la Europa actual no se debe a una injusticia social sino a una mala opción moral...

–Una perversa opción. Quien elige la ignorancia y la irresponsabilidad, cuando se le dan medios para estudiar y trabajar, elige lo peor.

–La masa es como decía Bloy, una bestia que pasa rugiendo.

–No creo en la masa. Esos que pasan rugiendo en manadas tienen nombres y apellidos, aunque se oculten en el anonimato. Ahí está la infamia.

–Cita a Ortega sobre Velázquez, de quien dice que denunció las simplificaciones del populismo, porque demostró que la realidad nunca está acabada.

–Los populismos, a menudo, consiguen lo contrario: acaban con la realidad.

–¿Sucede otro tanto con los nacionalismos?

–Los nacionalistas presumen de tener más memoria histórica que el resto de los mortales. Pero la memoria sin piedad conduce al rencor. Por eso los nacionalistas acaban inventando y falsificando su propia historia.

–¿Cuál es la mayor satisfacción que le ha traído su monumental biografía sobre Rilke?

–La literatura es siempre resultado de un dolor de cabeza o de un disgusto. El éxito depende a veces del capricho de algunos «enterados» que te leen mal o que sólo entran en el circo a ver si el león te come la cabeza. Y si se trata de un libro «monumental» –me atengo a su juicio crítico–, tanto más difícil. Rilke fue un grande y mágico poeta, pero no un angelito de porcelana. Escribir su biografía «auténtica» fue como escribir la Biblia teniendo que explicar que Sansón era un calavera y un bruto.

–Le concedieron la Medalla de las Bellas Artes y tiene muchos lectores ¿Por qué la mayor parte de su obra no se reedita?

–Dígaselo a mis editores. Mis lectores son los últimos espíritus del Renacimiento que quedan, y no son pocos. Disfrutan consiguiendo los ejemplares agotados de mis libros en lejanos mercados. A veces los pagan a precios de autógrafos o como si fuesen iconos milagrosos. Sólo a ellos no les extraña que un escritor siga creyendo que la literatura es una de las Bellas Artes.

–¿Cuándo saldrá su libro sobre el Orient-Express?

–Los retrasos del Orient-Express eran famosos, y quizás por eso la fama de este tren ha conseguido vencer al tiempo. Espero que mi editora de Acantilado, mi buena amiga Sandra Ollo, me edite antes de que me convierta en legendario.