Política

Premio Cervantes

La mujer del año

La mujer del año
La mujer del añolarazon

Entramos en los días en que en muchos medios y/o asociaciones de todo tipo empiezan a elegir a la mujer o al hombre del año. En el caso femenino hay incluso musical teatral y película con el mismo nombre. Algunas elecciones son de carácter total, otras van por géneros. Lo cierto es que todos sabemos que los premios, tanto los de gran prestigio, como los que rozan el ridículo, tienen un buen fondo –olvidando su interés economico y publicitario...–. Se trata de reconocer los méritos de algunas personas. No son pocos los personajes ilustres que han dudado del beneficio de algunas distinciones, aunque también es verdad que, generalmente, esta especie de altivez y desprecio se produce después de haber recogido el galardón, sobre todo si el premio va dotado de una buena bolsa económica. Como en casi todo en la vida, los niveles alcanzan diferencias notables. España ha conseguido colocar dos premios de gran rango a nivel universal: los premios Príncipe de Asturias y el premio Cervantes. El primero de ellos, en la actualidad, por motivos obvios, con nombre femenino. Solo hay que repasar las listas de galardonados y galardonadas y la presencia de todos en Oviedo. Ya la Unesco en 2005 reconoció los galardones como una excepcional aportación al patrimonio cultural de la humanidad. Algo similar ocurre con el premio Cervantes, el más importante reconocimiento literario en lengua española. Se creó recién alumbrada la democracia, en 1976. La lista de los premiados da una idea de la gran fuerza de nuestra lengua en todo el mundo. Dos grandes creaciones que también han surgido al calor de estos 40 años de democracia. Por cierto, el domingo, Carlos Herrera publicó un artículo prácticamente incontestable, ya que en él no hay opiniones, ni partidismo, ni apasionamiento, simplemente nos cita un rosario de logros contrastados que nuestra patria ha conseguido en los últimos 40 años. Cuántos escritos como éste nos hacen falta para dejar atrás esa especie de mendacidad constante que practican muchos políticos superando a todos los independentistas catalanes.