Historia

Andalucía

Las siete vidas de la Atlántida

Piezas del tesoro del Carambolo / Foto: Manuel Olmedo
Piezas del tesoro del Carambolo / Foto: Manuel Olmedolarazon

A Platón hay que atribuirle la difusión del mito de la Atlántida, aquel remoto imperio situado más allá de las Columnas de Hércules. Tal ubicación, tan recurrente como imprecisa, ha despertado la fantasía de cartógrafos y buscatesoros a lo largo de la historia. Sudáfrica, México, Ceilán, Florida, Bahamas y hasta Suecia, la brújula se ha atrevido con no pocos regates en el último siglo. Sin embargo, la presencia de la Atlántida más comúnmente citada por aficionados a la Historia y la Arqueología está en la desembocadura del río Guadalquivir. Y en su búsqueda hay cientos de culos inquietos.

Isabel está convencida de que la Atlántida está debajo de su pueblo. Lo dice como si nada, sonriendo, porque Isabel es pizpireta, como lo es también su amigo Fran, con quien se toma un café de mediodía en el bar Er Cucu. Son estudiantes. Hacen Comunicación Audiovisual en Sevilla. Su fuente, de donde rescatan su creencia, consiste en un documental de National Geographic que no han visto. «Del todo no, pero sí trozos», añade. Isabel menciona unas imágenes tomadas en 1996 de la marisma de Hinojos propagadas por la NASA y de otras de hace diez años encontradas gracias a un mapa oceánico.

Para Isabel todo está conectado con la luna, el sol, los astros y, en general, con el cosmos. «El entorno de Doñana es un lugar mágico, ¿no lo sientes?», afirma con los ojos como platos, alzando lentamente los dos brazos, casi en estado de éxtasis. Lo más perceptible en este instante es el intenso frío a pesar de este sol del mediodía. Isabel y Fran se cobijan y cuentan que preparan un documental sobre la materia. En él quieren que aparezca «El burrito feliz», una empresa local que divulga a los turistas la historia de la Atlántida. Ambos aseguran que no es de su familia. Será así, pues.

Más allá de la exploración comercial de la leyenda y de los humos de la tardía adolescencia, hay consenso en la arqueología española al deslindar el cuento de la ciencia, la fábula de la realidad. «Ni hubo una Atlántida en el Estrecho ni pobladores atlantes en los valles del Guadalquivir y el Guadiana. Sólo existió en la filosofía de Platón. Es ahí donde debe permanecer, sin intentar traspasar el límite de lo real», dice Esther Rodríguez González, doctora en Arqueología, cuyo trabajo publicado en la revista «Arqueoweb» trata de zanjar una confusión, a su entender, que dura demasiado: las imágenes del satélite eran restos andalusíes.

Con Rodríguez González coincide David, empleado público de Hinojos que cumple en febrero su sexto trienio. Para David, que observa las palmeras de la plaza del Ayuntamiento para ver si encuentra algún rastro de picudo rojo, el asunto de la Atlántida le provoca una leve sonrisa. «Es una cosa que aparece y desaparece cada cierto tiempo, como el Guadiana, pero del que todos son teorías sin fundamento. El descubrimiento de los restos de ese imperio es sólo un sueño de mercaderes y de los modernos Indiana Jones».

David distingue entre Atlántida y Tartessos. El reino de Argantonio, que aparece mencionado en la Biblia como Tharsis, explica, cuenta con restos arqueológicos por toda la zona, llegando a Badajoz. «¿Que existió una capital esplendorosa de Tartessos, una especie de ciudad-estado principal? Posiblemente. Pero no certeza de dónde estuvo», ahonda David para referirse a la confusión que arqueólogos románticos de Francia, Alemania y Estados Unidos insisten en relacionar.

La identificación de Tartessos con la Atlántida procede del aventurero alemán Adolf Schulten, de principios del siglo XX. «Aquella historia ha calado», dice la doctora Rodríguez González. Para ella, los argumentos de Schulten eran débiles. Se basó en las coincidencias de las descripciones de «la localización geográfica transmitida, la riqueza de ambos territorios» y la «gran llanura abierta al mar por un lado y montañas por el otro» con las que los dos territorios quedaron definidos por filósofos y poetas.

Pepe, un hinojero de 58 años no dice ni que sí ni que no. Cree que «es que en Andalucía somos más tontos que en ningún sitio». Se explica despacio, sentado frente al Ayuntamiento y la iglesia del patrón, Santiago Apóstol. «Aquí agachamos la cabeza, parece que nos da vergüenza y no sacamos tajada», dice antes de apuntar: «¡Anda que no harían los demás otras cosas!» Si Platón hubiera ubicado la Atlántida en cualquier otro sitio del mundo y apareciera mencionada en la Biblia, otros ya habrían aprovechado el filón, viene a decir Pepe. Si hay oro, la Atlántida no se va a morir nunca.