Sevilla
Magallanes vuelve al Alcázar de Sevilla
El navegante, su esposa y su cronista rememoran en el palacio donde preparó su expedición la ilusión inicial y las noticias en su ausencia
El navegante, su esposa y su cronista rememoran en el palacio donde preparó su expedición la ilusión inicial y las noticias en su ausencia
Las estancias del Alcázar de Sevilla fueron testigos de los sueños de Fernando de Magallanes de abrir nuevas vías para la ruta de las especias durante los dos años de preparativos en los que el Comendador de la Orden de Santiago, Diego Barbosa –familiar suyo– acogió en su casa, ubicada en el palacio, al navegante portugués, que acabaría casándose con su hija Beatriz. Allí compartió la pareja la ilusión de la expedición y también del hijo que nacería en el palacio, ya con su padre embarcado, aunque moriría pronto. En la Sala del Príncipe se recluía Beatriz durante los interminables meses en los que nada sabía de la expedición de su marido y los rumores se divulgaban por Sevilla. Rumores que intentaron esclarecer ella y su prima y dama de compañía, la marquesa de Avellaneda Blanca de Alvear, tratando de sacar información al marinero Juan de Aguilar, de la nave San Antonio que regresó, mientras le agasajaban enseñándole los más bellos rincones del palacio. Rumores sobre un Magallanes desleal a los Reyes españoles, traidor y cruel con su tripulación, que su esposa se negaba a creer y que, unido a la incertidumbre de su paradero, empeoraron su salud hasta sufrir en el Patio de las Doncellas uno de sus últimos vómitos de sangre y desmayo que, tras varios días en cama, acabaron con su muerte.
Las visitas nocturnas teatralizadas que hasta el 31 de octubre ofrece el Alcázar, a cargo de la compañía Teatro Clásico de Sevilla, permiten conocer de la mano de todos estos personajes históricos el recinto a la par que los detalles de la gesta de Magallanes y Elcano en el V centenario de la primera vuelta al mundo. El dramaturgo Alfonso Zurro es el autor del texto y la dirección artística que aprovecha la fuente de Neptuno de los jardines, Dios del mar, para que el cronista oficial de la expedición, el italiano Antonio Pigafetta, recree los avatares de la larga travesía y las especies marinas desconocidas hasta entonces que hallaron, o los Baños de Doña María de Padilla para proyectar un audiovisual que sumerge al público en las sensaciones que hubieron de sentir los navegantes ante el inmenso océano.
La mezcla de estilos arquitectónicos y materiales del Alcázar sirve al autor para abordar la labor comercial que tenía la expedición y los intercambios que hicieron con los pueblos indígenas. Una expedición desastrosa en lo humano -de las cinco naves y los 262 marineros que partieron con Magallanes de capitán sólo regresó una nao con 18 tripulantes famélicos dirigidos por Elcano- pero muy fructífera en lo económico, pues con los beneficios del comercio y las especias que trajeron de las Molucas, no sólo se pagó la travesía sino que la Corona española obtuvo beneficios.
Como toda buena historia, deja al espectador –las visitas son en grupos de 45 personas con cuatro pases a las 21:00, 21:30, 22:00 y 22:30 los jueves y viernes (en julio y agosto también los sábados)– con ganas de saber más. ¿Qué pasó con el diario de a bordo de Magallanes nunca encontrado?, ¿fue el portugués siempre tan justo y leal como escribió Pigafetta o maltrató a sus marineros para sofocar motines como relataron algunos supervivientes? La conmemoración desde este año hasta 2021 del V Centenario de la primera circunnavegación del planeta ofrece diversas oportunidades de saber un poco más.
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