Junta de Andalucía

Medalla al valor

La Razón
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La escritora María Elvira Roca Barea dio clases en Harvard, detalle que hay que escudriñar en su currículo porque ella blasona, sin más ceremonia, de su actual puesto de docente en un instituto de enseñanza secundaria y la complicada compaginación con su condición de madre de familia. A esta malagueña de El Borge, por el suceso editorial que ha sido su debelación de una larga tradición de historiografía antiespañola, le concedieron ayer la Medalla de Andalucía lo que, según un malévolo compañero, demuestra una cosa sola: que nadie entre los encargados de galardonarla ha leído más allá de la solapa su monumental «Imperiofobia y leyenda negra», un valiente alegato contra todo lo que representa el poder progre, mitad totalizador y mitad blandiblú, de la Junta. (O acaso un lúcido asesor, harto de las tontas politiquerías al uso, ha colado el bromazo.) Agnóstica defensora de la Iglesia católica y armada con una españolidad que no deja el más mínimo resquicio a la idiotez periférica, la profesora Roca exhibe un regionalismo original que bebe de Ortega y Gasset, al que cita en su asimilación de los andaluces con «los chinos de Occidente» debido a «la conquista silenciosa» practicada a lo largo de los siglos: «Toda la América hispana habla andaluz», recuerda marcando el acento. Se hace cuesta arriba pensar que semejante definición encaje con el folklorismo guay que preconiza un régimen para el que el colmo de la modernidad es proferir blasfemias ataviado con una bata de cola pero, sea como sea, es bienvenida la irrupción del pensamiento desacomplejado a los fastos oficiales. Sólo falta que la Consejería de Educación incluya «Imperiofobia y leyenda negra» en la lista de lecturas obligatorias para el curso que viene. Pero me temo no caerá esa breva.