Sevilla
Mejor contra
Cuando Manuel Vázquez Montalbán enunció su gran máxima política –«contra Franco vivíamos mejor»– seguramente desconocía hasta qué punto los acontecimientos iban a despojarla de la ironía con la que gustaba barnizar cada afirmación. En España, esta vieja piel de toro cuajada de rencores, las grandes (o las pequeñas) coaliciones son siempre destructivas y que pregunten, si no, a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, muñidores de la santa alianza para derribar a Mariano Rajoy e incapaces unas cuantas semanas después de armar una mayoría parlamentaria para aprobar unos presupuestos. Las (mal) denominadas tres derechas, por su parte, nos ensordecen ahora con las cacofonías de sendos conciertos disonantes en Murcia y Madrid, dos comunidades gobernadas por los conservadores desde tiempos de Viriato, cuando no hace ni siete meses que articularon para la Junta ese bi(tri)partito que, frente a lo anunciado por la progrez apocalíptica, no ha devuelto a Andalucía a las tinieblas del medievo. Todo lo contrario. El éxito, así, del pacto del PP con Ciudadanos bendecido ¡amén! por Vox se debió a la existencia de un adversario CONTRA el que se había pronunciado inequívocamente la mitad del electorado (para ser exactos, el 49,98%) el 2 de diciembre: el largo régimen cleptómano encarnado en el último lustro por Susana Díaz. No será tan fácil concordar los sumandos al término de esta legislatura, incluso en el supuesto de que la aritmética juegue a su favor, porque ya no será la prioridad el demoler nada y es sabido que cuando toca construir, lo primero es fijar las ganancias que van a corresponder a cada uno de los socios. De esa rebatiña, siempre desagradable, entre partidos nos hemos librado esta vez los andaluces. Alguna ventaja tenía que tener el haber vivido cuarenta años bajo las mismas siglas.
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