Sevilla

Mujeres de portada

«Recientemente estuve con Campos en el programa que festejaba sus mañanasgloriosas en Telecinco. La encontré guapa, alegre y estuvo cariñosísima al día siguiente».

María Teresa Campos
María Teresa Camposlarazon

«Recientemente estuve con Campos en el programa que festejaba sus mañanasgloriosas en Telecinco. La encontré guapa, alegre y estuvo cariñosísima al día siguiente».

Las revistas de la semana lucen en sus portadas a cuatro mujeres famosas, personajes por motivos muy diferentes. Dos de ellas lo son por ellas mismas y las otras lo son por situaciones colaterales. En «Hola», una maravillosa Isabel Preysler lanza toda su artillería para dejar claro que el amor con Mario es maravilloso y goza de magnífica salud. Afirma que «jamás imaginé que volvería a estar pensando en casarme, pero la vida me sorprende». Tú lo dices, sorpresas da la vida. En tu caso, no tanto. Tampoco tiene que ser ésta tu última boda. Por cierto, un inciso: los teléfonos incluso de las amigas de Isabel ardían, con aquello de cómo la han retocado. Es una niña. Mi respuesta de siempre: señora a la que le hagan lo mismo a ver si se queda igual o tan siquiera parecida.

En «Lecturas», es María Teresa Campos la que nos mira desde la portada, por motivos bien distintos. La revista se despacha con un dramático titular: «Campos y Bigote, en crisis por otra mujer». En el interior nos cuenta una historia a la que acompaña unas fotos con una mujer, que es o ha sido su representante. La tal manager aparece en plan vedette de los años 70. En caso de ser cierto, lo sentiría mucho. Quiero mucho a Teresa. Además, estoy en esta profesión por ella. Recientemente estuve con Campos en el programa que festejaba sus mañanas gloriosas en Telecinco. La encontré guapa, alegre y estuvo cariñosísima al día siguiente. Telefónica se hizo más rica de la larguísima conversación telefónica que tuvimos. Me comentó que venía a Sevilla en noviembre. Además de recibir un premio, quería presentar a sus amigos a su pareja Bigote Arrocet. Espero que todo sea una especie de montaje con fotos antiguas. Nadie supera bien un gran desengaño en ciertos momentos de una vida. Ella menos.

En «Semana» es Raquel Mosquera, con su familia, la que ocupa portada y reportaje estelar. La peluquera prodigiosa ha esperado mucho para vomitar todo lo que guardaba en su interior contra Rocío Carrasco. Ha escogido el momento oportuno para lanzarse al cuello de Rocío, que está súper cotizada. Cierto es que su relato es su verdad, pero la verdad no tiene por qué ser ésa. Sin contar que cuando una se presenta como la verdad y la bondad, cobrar –eso sí, mucho–, la historia pierde mucho .

En «Diez minutos» Mayte Zaldívar, que después de dos años de cárcel todavía sigue obsesionada con Isabel Pantoja. Lo primero que tenía que haber comprendido en tan largo periodo es que quien dejó a sus hijas y a ella fue su marido Julián Muñoz. Segundo y principal, que a ella no la ha condenado Pantoja, lo hizo un juez porque Mayte, en un ataque de rabia y celos, contó a toda España que en su casa había bolsas de basura llenas de dinero. Lo cierto es que no quiero cebarme, pero la verdad, la cara que ofrece Zaldívar es la muestra suprema de que, aunque le hagan todos los trucos estéticos y de fotos que le hacen a Preysler, no quedaría como ella. Como dice Mayte, la vida puede ser muy injusta.

En plan humor de fin de semana, y recordando a Carlos Herrera, hay que otorgar el premio «Hay más tontos que botellines» de la semana al congresista de Unidos Podemos Alberto Garzón. Sorprende que un hombre preparado con años en política, con modales y presentación agradable, pierda tanto el tiempo negándose a reconocer un hecho que no admite discusión: Su Majestad el Rey de España Felipe VI, es el títular de la jefatura del Estado, no es el ciudadano Felipe de Borbón, por mucho que le duela al diputado Garzón. Recordarle a este joven que los ciudadanos Juan Carlos y Sofía tuvieron la gentileza de acudir al domicilio de Santiago Carrillo a dar el pésame a la familia del mismo. Lo hicieron como signo de reconciliación y para reconocer su capacidad para reconocer, él y su partido, aquello que era un «no» rotundo de más de 40 años: la bandera y la monarquía. Sin dudas, con sus luces de los años de la Transición y sus sombras de los años 30, Carrillo ha sido el líder más carismático del Partido Comunista que no tuvo problema en reconocer la enorme aportación del Rey Juan Carlos en devolver las libertades a los españoles.