Teatro

Sevilla

«No debemos renunciar nunca a nuestra identidad»

Con el reestreno de «Quejío», hoy en el Cervantes de Málaga, Salvador Távora pretende dar un «zamarreo» a la conciencia artística

«No debemos renunciar nunca a nuestra identidad»
«No debemos renunciar nunca a nuestra identidad»larazon

Con el reestreno de «Quejío», hoy en el Cervantes de Málaga, Salvador Távora pretende dar un «zamarreo» a la conciencia artística

En la inmensa trayectoria artística de Salvador Távora Triano (Sevilla, 3 de abril de 1934) destaca la obra «Quejío» (1972), que en su día rompió los moldes académicos. Un espectáculo que sorprendió por la dignidad de su compromiso social y su singular lenguaje teatral con resonancias fuera de nuestra fronteras. Precisamente, 45 años después del estreno en París, su director ha presentado con éxito la obra en Sevilla y hoy, coincidiendo con el Día de Andalucía, lo hace en el teatro Cervantes de Málaga. Una oportunidad única para que las nuevas generaciones descubran de dónde surgieron los caminos inexplorados del flamenco con carga política y social.

–¿Por qué ahora recupera «Quejío»?

–Hay muchas razones, pero una de ellas es que el espectáculo ha estado siempre muy paralelo, cuando se inventó hace ahora cuarenta y cinco años, a una situación andaluza muy difícil. Y el momento social actual lo refrenda. Y por otra parte porque ya han pasado muchas generaciones que no lo han visto y no vieron lo que yo llamo esa resurrección de un teatro vivo alejado del teatro de concepción pequeño-burguesa. Era el momento de volver a reconstruir el discurso y mostrar las posibilidades que tiene el teatro para sumar parte de una nueva Andalucía, una nueva España, de un nuevo periodo político y cultural.

–¿Qué representó en su momento esta obra para su trayectoria artística?

–Fue la búsqueda de un teatro popular que habitualmente estaba marginado. Había un teatro hecho para la pequeña burguesía, de izquierda y de derecha, un modelo pequeño-burgués que condicionaba todas las creaciones y esto representaría el hartazgo de un teatro que no contribuía a mejorar la sociedad sino todo lo contrario, adormecerla. Ahora «Quejío» vuelve a dar otra vez un zamarreo como se ha visto estos días atrás, un arreón a la consciencia y al arte, porque el arte nunca puede estar para complacer sino para mover y crear una circunstancia creadora.

–¿Qué recuerdos tiene de aquel estreno en París?

–Aquello fue una liberación, porque Europa nos abría las puertas. Cuando en todo el país se nos cerraban, Europa nos las abría y las puertas más importantes de la cultura y el arte teatral. Fue un descubrimiento que aquí no tenía sitio.

–Porque «Quejío» no es solo flamenco, ¿verdad?

–No, no, no, «Quejío» utiliza el flamenco como un elemento cultural más de nuestra tierra, no es un espectáculo de flamenco ni mucho menos, al contrario, está contra ese flamenco del deleite, ese flamenco que sólo sirve para el lucimiento. Es un espectáculo en el que el flamenco se utiliza para zamarrear, como elemento político en el sentido cultural. El flamenco tiene un lugar allí que llega tanto o más que la palabra. Es un elemento fundamental.

–Entonces, ¿sigue el pueblo andaluz en parte oprimido?

–Lo estamos viendo todos los días en los telediarios. Lo que pasa es que son problemas escondidos y el arte no debe esconder cosas, debe descubrirlas e intentar solucionarlas. Por eso el espectáculo nos parece que vuelve en un momento muy oportuno por el campo artístico que pueda ganar y por el campo social. Una obra de arte debe incluir siempre estos dos factores, una función política y una función social.

–¿Está necesitado el arte actual de un nuevo impulso?

–Creo que sí, el arte está enchaquetado exclusivamente para el arte de los museos y el arte en los museos es un arte muerto, son meras contemplaciones. Hay que buscar un arte vivo que conmueva.

–¿Andalucía siempre se ha distinguido por su forma de crear arte?

–Y lo que queremos es que lo siga haciendo, que no se confunda con el resto. Confundirse es morir, confundirse en una diversidad de impulsos políticos y sociales es morir. Hay que elegir un camino claro.

–¿Y nunca renunciar a la identidad andaluza?

–Nunca, Andalucía tiene una historia, un poder y una identidad clara. Debe estar en el arte como nació. Lo importante es que todo el mundo se enganche. Hay que tener ideas. «Quejío» no se puede clasificar en un género, es una creación directa del sentir andaluz.