Toros

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Nos acordaremos de Morante

Morante de la Puebla, en un ajustado derechazo
Morante de la Puebla, en un ajustado derechazolarazon

La Maestranza sí presentaba ayer el aspecto natural de la plaza en Farolillos: llena hasta la bandera y con el runrún de expectación que despertó el cartel: Morante, Talavante y David Mora, con toros de Núñez del Cuvillo. El pasado abril, Morante reventó la Feria en el último suspiro. El último toro de la última tarde. Ahí llegó la faena de la reconciliación con Sevilla, después de dos años de ayuno que le dejaron un costurón sentimental que ya está cerrado. Morante ha reconocido que sufrió la ausencia, la lejanía con una plaza que le da alimento espiritual a su toreo pero con la que ha mantenido desde sus inicios una relación difícil. Antes incluso de que tuviera que tomar la alternativa en el exilio burgalés. La faena de las dos orejas de 2016 ha sido la mejor desde la Puerta del Príncipe de 1999 y la tarde del 2000 que apuntaba a la gloria, pero que quebró un cornalón seco que se le clavó en el alma. Han pasado más de tres lustros. Ahí acabó todo y empezó todo. Otra feria sin enfilar el Guadalquivir a hombros, y mira que empuja Sevilla... Pero Morante ha dejado la estela de su genio. No ha llegado la faena redonda; sí los fogonazos más puros e indelebles. Probablemente, lo único que recordemos cuando pase el tiempo. Se recordarán los naturales atalonados de ayer en su primero. Y se recordará el par al quiebro en el cuarto, que libró con paso juncal: la plaza loca, el toro que salió de naja escapando de la pelea y las últimas esperanzas rotas. Esta vez no se repitió la historia, no hubo sorpresa en el último suspiro... Morante es un oasis de torería entre tanto torero recién salido de fábrica, empaquetado, en serie, toreros de «Tiempos Modernos». No de la moderna tauromaquia, sino de la fábrica de Chaplin. El presidente le negó la oreja que sí le otorgó a Talavante en el quinto. Nadie se acordará de la oreja. Nos acordaremos de Morante. Post scriptum. Alguien debería investigar qué hay detrás de la baraka de algunos toreros. No estaría mal saber si juegan o no la lotería... y copiarle el número. David Mora es uno de esos casos dignos de estudio. Ayer le tocó el lote, en el que entró el mejor toro de la corrida –el tercero, «Novelero»–, y estuvo por debajo. No es la primera vez que ocurre. ¿Se acuerdan de «Niñito»?