Fútbol

Sevilla

Nuestros muertos

Aficionados frente al estadio Ramón Sánchez Pizjuán, donde se instaló la capilla ardiente de José Antonio Reyes / Foto: Ke-Imagen
Aficionados frente al estadio Ramón Sánchez Pizjuán, donde se instaló la capilla ardiente de José Antonio Reyes / Foto: Ke-Imagenlarazon

Una tertulia de periodistas se reúne cada domingo por la noche en el Rinconcillo, un bar que calma la sed en el mismo sitio desde 1670, y cuenta con media docena de miembros fijos, tres de los cuales han enterrado a su padre en este fúnebre 2019. «Se está muriendo gente que no se había muerto nunca», se comenta allí con sarcástica resignación, entre espinacas y coroneles. Mandadas estas líneas, a nadie le queda la menor duda, la liturgia de la amistad volverá a celebrarse. Los últimos lunes, elecciones aparte, esta columna devino en improvisado obituario de Pérez Rubalcaba y Juan Carlos Aragón, dos personajazos que deberían seguir, por edad, entre los vivos. Tocaría escribir hoy sobre el fabuloso José Antonio Reyes, una versión autóctona bastante conseguida de Maradona, u homenajear a Martín Prieto, que escapa al ámbito geográfico de esta edición, aunque sea éste un detalle demasiado pequeño para quien lo leyó con rendida devoción desde la adolescencia. Se nos está cayendo la vida a cachos, o sea, porque el hombre –aviso para feministas ágrafos y ágrafas: el homo-hominis, no el vir-viri– no es él más sus orteguianas circunstancias, sino que se construye en torno a referencias. Las que se pierden sin remisión con cada cornada del destino, avivando recuerdos como el del debut del firmante en una columna nacional, desde un tren camino de Barcelona al que el redactor jefe de Opinión había llamado, desesperado, ante una de las frecuentes desapariciones de MP, ilocalizable tras una mala noche; o como otro debut, el de un gitanillo adolescente en La Romareda, al que seguimos con una cámara, hasta la misma habitación del hotel, durante su primer fin de semana con los profesionales. Los coprotagonistas de aquellas ínfimas aventuras ya no están. Fueron a morirse el mismo día, mira tú.