Andalucía
Pila Eyre: “Alfonso XIII era un pobre hombre pero era el Rey”
Para llamarle «mi soldadito» a todo un Rey de España hay que tener mucha personalidad. La protagonista de «Carmen. La Rebelde», la última novela de Pilar Eyre (Barcelona, 1951), lo hace sin ningún tipo de rubor porque la que mandaba era ella. Conocíamos al hijo, Don Leandro de Borbón, ahora ya sabemos con quién tuvo un hijo bastardo Alfonso XIII.
–De nuevo con la familia real...
–Sí, la verdad es que sí, de nuevo.
–¿Y ahora por qué Carmen Ruiz Moragas?
–Porque ella era un poco el personaje secundario de todos mis libros. Cuando biografié a la Reina Victoria Eugenia ella era la otra, luego era la amante de papá cuando lo hice con algún hijo. Era un personaje que estaba oculto, tergiversado, escondido y bastante mitificado por las biografías que había escrito de ella su hijo. En principio no me interesaba demasiado, pero cuando me di cuenta de que había sido la que más tiempo le había durado al rey, ocho años, pues pensé que algo había que tener para haberlo conseguido. Era una revolucionaria, fascinante, con una personalidad increíble, que había sido valiente en muchas cosas, valiente y pionera.
–¿Por qué le duró tanto tiempo?
–Porque era una criatura bellísima, piensa que ella entraba en cualquier sitio y todo el mundo se ponía a gritar su nombre. Cuentan incluso que cuando entraba en el Teatro Real y estaba tocando el director, éste dejaba la batuta en alto para que pudiera sentarse. Era realmente bella y siempre llevaba un pañuelito que se lo pasaba por la cara cuando le decían que era muy guapa por los polvos. Luego era una actriz muy importante, la gente iba como loca al teatro y ella era la primera figura. Una prueba de ello es que todos los periódicos de la época dan pelos y señales de su vida.
–Y además era la que ayudaba a los tramoyistas del teatro.
–Sí, porque era muy fuerte y alta. Sólo había una mujer tan alta como ella, la reina Victoria Eugenia, pues medía 1,75 metros y pesaba 70 kilos. Como el rey Alfonso XIII era bastante alfeñique, un tanto debilucho, hijo póstumo de un tuberculoso, siempre le decía que tenía envidia de sus bíceps.
–Ése era el momento en el que ella le llamaba «mi soldadito».
–Ella le llamaba «mi soldadito» y él a ella «mi gigantona» porque era muy alta y porque hizo una obra de teatro en la que interpretaba a la muerte y cuando salía a escena el público gritaba: «¡La gigantona, la gigantona!».
–Fíjese, una mujer con tanto poder, fuerte, con una trayectoria profesional y un hombre debilucho, que no era nada, al que su amante le llama «mi soldadito», rey de un país y al final abandona a su pueblo. Paradojas de la monarquía, ¿no cree?
–A ver, Alfonso XIII era un pobre hombre pero era el Rey y su éxito con las mujeres era porque lo era, si hubiera sido estibador de un muelle no lo hubiera tenido. Como pasa con Don Juan Carlos u otro Borbón que haya sido un mujeriego, pero sí es cierto que él tenía una opinión distinta de sí mismo. Tuvo una educación muy mala y unos profesores que no se atrevían a enseñarle nada porque era el Rey. Tenía un concepto mesiánico y el no abandona al pueblo, sino que se va porque cree que es lo mejor para los españoles. En un arrebato de pasión, él le dice que la quiere tanto que le daría todo y ella le dice que le entregue la corona. «La corona soy yo, España soy yo», le respondió.
–¿Cómo se puede decir España soy yo?
–Bueno, es que si un señor no dice eso no puede ser rey, que se busque otra profesión. Una de las características que tienen nuestros reyes es que se lo creen y es una gran cualidad. Se creen el papel...
–Todo es cuestión de autoengaño.
–Claro, Alfonso XIII decía que sería un buen soberano si no tuviera la constitución, quería ser un rey absoluto porque le ataba las manos. De hecho, él apoyó al general Primo de Rivera. Me gusta que en mis libros también se pueda aprender Historia y tanto Miguel Primo de Rivera como su hijo José Antonio están presentes porque quiero que se sepa el contexto.
–¿Hubiera sido una buena reina de España?
–Pues sí, por qué no. Era bondadosa, compasiva, generosa y ahora tenemos una que es de extracción normal y corriente pero que lo hace bastante bien.
–¿Le parece bien que no sea de la realeza?
–No creo que sea necesario. Ya que tenemos unos reyes pienso que lo hacen muy bien y que están educando muy bien a sus hijas. No dan motivos para criticarlos aunque me gustaría, pero no dan motivos.
–¿Le gustaría poder criticarlos?
–Sí, porque es un poco la base de mi trabajo, darles un poco y ponerles así, hacer que ellos mismos se den cuenta de sus propios errores. Muchas veces, han descubierto vidas de sus antepasados que no sabían.
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