Sevilla
«Por cinco euros no merece la pena andar buscando música en sitios raros»
Defiende que Spotify es «una plataforma para nuevos artistas, pero hay que ser una estrella para ganar dinero»
Spotify desembarcó en España el 1 de febrero de 2009. Javier Gayoso ha pasado en esos cuatro años de responsable comercial a director general de la firma líder mundial en «streaming» musical, con 24 millones de usuarios –seis de ellos de pago–. Las cifras, como la red, son globales, aunque en España su mayor reto es «extraer» del ADN de toda una generación la creencia de que la música es gratis.
–Spotify se presenta como un arma para luchar contra la piratería, con los medios que son cercanos a los jóvenes.
–Efectivamente, una de las razones por las que está tan contenta la industria discográfica es que tenemos un producto muy accesible con un catálogo muy amplio, con más de 20 millones de canciones, y a una muy buena calidad de sonido. Y por eso es un éxito.
–¿Los artistas también están contentos?
–Sí, bueno, nuestro modelo de negocio se basa en que el 70% lo revertimos íntegramente a la industria discográfica. Vivimos con un margen del 30 por ciento, que se distribuye con los artistas según sus acuerdos, de tal forma que cobran por cada reproducción. Además, también pagamos a sociedades de derechos tipo la SGAE. Nuestro entorno es cien por cien legal y una manera de contribuir con la industria.
–Son la segunda fuente ingresos para los cantantes... que tienen una carrera labrada. Los músicos independientes aseguran que poco ha cambiado en ese sentido.
–Siempre nos presentamos como una alternativa, lógicamente no podemos ser la tabla de salvación de nadie. La pregunta para esos artistas más pequeños sería, ¿de qué manera se estaban dando a conocer o teniendo algún tipo de ingresos? Prácticamente la única antes era a base de presencia física en el escenario. Es difícil ser una estrella y hace falta ser algo conocido para ganar cierto dinero.
–Amazon ha servido de plataforma para nuevos escritores que no encontraban hueco «físico» en las editoriales. ¿Se ha visto trasladado a la música?
–Sí, también ha ocurrido, a nivel local e internacional, desconocidos que han pasado a ser un fenómeno. Es fantástico para nuevos artistas: por un coste muy simbólico alguien que esté empezando puede tener una plataforma donde lucirse, en tres días tener al alcance 20 millones de personas para tu música.
–Son una compañía que encomienda su éxito a la comodidad: pagas para tener lo mismo sin publicidad.
–Sí, y una de las claves ha sido dar alternativas. Con la opción «Freemium», por ejemplo, tienes diez horas al mes de prueba, pero con publicidad; si das un pasito más, te quitas el límite y puedes escucharla sin publicidad. Y la modalidad «Premium», por 9,99, te permite llevarlo a los dispositivos móviles.
–Más barato que un disco pero más caro que la radio...
–Sí, por si a alguien le parece caro, ajustamos aun más a través de acuerdos con empresas, hasta el 50%. No quedan excusas para no suscribirte... si te gusta la música, claro está.
–Quienes mejor conocen Spotify echan de menos mayor personalización en las propuestas «personales».
–Volvemos a las diferentes posibilidades: está desde el usuario que adora la música a aquellos con inquietudes, pero que nos apetece que nos descubran. Trabajamos en una especie de red social en la que nuestros propios amigos nos recomiendan. Y luego, ya el colmo de los perezosos, si no quieres complicarte la vida, simplemente le dices: «oye, mira, la radio del artista», y te pone música semejante. Eso sí que es ya dejarte llevar.
–El consejero delegado de Pandora, pionera en «streaming», ha dimitido por ser incapaz de registrar beneficios. Y tiene 67 millones de oyentes mensuales. ¿Va a haber dimisiones en Spotify?
–(Risas) ¿La pregunta es si el modelo es sostenible?
–Si es lo rentable que parece...
–Nos preguntan mucho si estamos en números rojos o negros, pero ahora mismo la política es de crecimiento y no nos preocupa tanto la rentabilidad, si no estar presente.
–Pero no son una ONG de la música...
–Lógicamente, pero estamos convencidos de que el modelo de negocio es éste. Estamos enfocados en el largo plazo.
–¿Se verán con la misma calidad los vídeos?
–El futuro quién lo sabe, queremos ser líderes en la música y no hacer especulaciones.
–Esa «cultura de la piratería» está muy arraigada en nuestro país...
–Sí, digamos que está en el ADN.
–¿Realmente se está produciendo un cambio de tendencia?
–La piratería está muy de moda porque los gobiernos están empezando a combatirla. Nuestra manera es creando un producto más eficiente, con una buena calidad de sonido y a un precio asequible, fácil de usar... vas juntando todas esas patitas y consigues que esa gente que buscaba contenido de dudosa procedencia, pues ahora no quiere perder el tiempo. Por cinco euros, no te merece la pena andar buscando por sitios raros. En vídeos y libros también se está tratando de concienciar a esa generación acostumbrada a no pagar prácticamente por nada.
–En realidad llegó internet y al principio simplemente lo que se hacía era compartir, si acaso podía ser «alegal».
–Casi siempre la tecnología va un pasito por delante de las leyes y te encuentras con vacíos. Pero hay estudios globales que demuestran que donde está Spotify, la gente empieza a reciclarse hacia un mundo de pago.
–«La gente» son los jóvenes, su «nicho» casi único de clientes.
–Es verdad que hay una serie de usuarios más recurrentes, entre los 18 y 35 años, vamos a decir los «festivaleros», pero la música no atiende a edades, es universal.
–No, aunque hay una evidente barrera tecnológica.
–Exacto. Nuestra idea es más adelante empezar a tocar otras franjas de edad, no solo somos pop y rock.
–Como devolver el «transistor» a los mayores.
–Claro, parece que internet es una cosa de ayer pero ya ha cumplido años. Yo veo, por mis padres y referentes de cierta edad, que todos se encuentran cómodos si les das una aplicación fácil de manejar. En dos minutos puedes manejarte, no hace falta ser ingeniero de telecomunicaciones.
–Los servicios virtuales quieren abarcarlo todo, Spotify mismo quiere asemejarse a esas redes tipo Twitter o Facebook. ¿Puede desvirtuarse y morir de éxito?
–Pues esperemos que no, que tengamos siempre el foco muy claro de lo que queremos hacer y lo hagamos bien.
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