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Por el amor a los libros

Hatari Books se estrena en el mundo editorial con sendos volúmenes dedicados a John Ford y a William Somerset Maugham

Portada del libro sobre John Ford de la editorial Hatari Books
Portada del libro sobre John Ford de la editorial Hatari Bookslarazon

Ir a contracorriente conlleva la satisfacción de saber que la mayoría de las veces se tiene razón. Además, a contrapelo, se vive mucho mejor, aunque la soledad acabe por convertirse en parte de la rutina. Lo acaban de hacer los editores de Hatari Books, un sello nacido desde el amor a los libros que ya tiene en el mercado dos joyas, por su contenido y continente, que no resisten comparación con casi nada de lo que hoy se vende en las librerías españolas. La editorial, que es propiedad de ocho bibliófilos entre los que se encuentran el director de cine José Luis Garci y el jurista Eduardo Torres-Dulce, ha lanzado “John Ford”, de Peter Bogdanovich, y “Recordando al sr. Maugham”, de Garson Kanin. Dos pares de nombres propios, capitales para entender la cultura del siglo XX. Frente a sus vidas e ideas, al leer los libros, se sienten incluso reparos. Reparos o falta de costumbre ante la lucidez y la luminosidad de pensamiento de los cuatro: Ford, Maugham, Kanin y Bogdanovich.

De entrada, la voluntad inicial de los editores se entiende cuando se tienen entre las manos ambos libros, porque el reencuentro con una pieza trabajada y mimada hasta el extremo reconcilia al lector, que busca una experiencia que vaya más allá de leer una palabra tras otra. Leer, leer de verdad, ejercitarse en esa especie de meditación de Occidente, que es un rito al que hay que acercarse con la liturgia de cada cual, pero que exige, de entrada, un compromiso doble: el del editor por atraer y el del lector por situarse en la mejor disposición para disfrutar del texto. No es fácil, ni debe serlo, pero con estas piezas de Hatari Books desde luego es maravilloso. Lo explica Torres-Dulce: “Este proyecto nace del amor por los libros, pero no por los libros de una manera especial, sino por una específica: pasta dura, buen papel y muchas ilustraciones de fotografías. La idea surge de un grupo muy heterogéneo en el que hay personas del cine, del derecho o de la banca, en definitiva, amigos que siempre pensamos que nos gustaría tener una editorial en la que sacar libros no publicados en España o en ediciones que merecían una reedición”.

Desde la portada de uno de ellos, William Somerset Maugham (WSM) mira en claroscuro, agarrado a una de sus rodillas con gesto a medio camino entre el aburrimiento y la satisfacción. Es decir, que deja en una duda en quién le observa. Sucede lo mismo cuando se pasa a la lectura del libro de Kanin, que durante años recopila encuentros y conversaciones con el escritor inglés. No se consigue, y ahí parte de la genialidad, comprender en profundidad qué sentía o qué se escondía tras ese monumento de la literatura que fue el autor de “El filo de la navaja”. No hay nada nítido, siempre hay un espacio para una respuesta, para un matiz de última hora que descoloque al lector, pero lo mejor es que se trata de una novedad que no había llegado antes a España. “En este caso, el gran impulsor del libro fue Garci, que considera a WSM como uno de los grandes escritores del siglo XX y siempre nos recomendaba el libro de Kanin a todo el mundo, nos lo regalaba. La sorpresa fue que descubrimos que nadie se había tomado la molestia de editarlo en español, cuando WSM en los años 60, 70 y 80 era un objeto de culto para las editoriales”, añade Torres-Dulce. Una sorpresa múltiple, porque además de ser un libro excepcionalmente bien escrito, WSM y el propio a Kanin aparecen acompañados a lo largo de los capítulos por George Cukor, Pablo Picasso o George Simon Kaufman, entre otras personalidades tangenciales, en lugares como Cannes, Roma, Londres o Nueva York a mediados del pasado siglo, cuando el escritor ya era el “gran anciano” que no tenía problemas en participar en una fiesta hawaiana o lanzarse a la piscina sin pudor. Es decir, habla de un mundo desprejuiciado, más bello, más libre y de todas formas más interesante que el actual. Un universo donde las superestrellas del momento tenían la obligación de decir, de hacer, de representar una verdad y de acompañarla con una existencia igual de honesta.

Detrás del de Bogdanovich también se encuentra Garci, pero se aprecia más la filiación por el universo “fordiano” del ex fiscal general del Estado. “Me impactó mucho, cuando salió en la editorial Fundamentos, ese acercamiento tan raro, porque a Ford no le gustaba conceder entrevistas, pero es un libro tan vistoso y tan seminal por parte de Bogdanovich a la hora de explicar las claves del cine que pensamos que había que volver a editarlo con la ampliación que le hizo el propio autor y con una cobertura gráfica mayor”. A lo largo de esos encuentros, Ford cuenta por qué se hizo director de cine con el cinismo habitual, con la claridad meridiana de sus películas. Es decir, sin necesidad de intermediarios. Se puso a dirigir siendo un simple ayudante porque el resto del personal estaba simplemente borracho y porque era pobre. No porque le gustara, sino porque no tenía más remedio. A eso se le llama destino o vocación inexcusable. Tanto en el libro de Ford como en el de WSM aparece constantemente el hombre, aferrado a su vida, a su trabajo, a su voluntad de crear una y otra vez. El director le niega a Bogdanovich en reiteradas ocasiones que el cine sea algo más que un oficio rutinario con el que llenar las horas y las ollas, mientras que el escritor inglés señala con precisión que mantiene un ritmo de trabajo, pese a su avanzada edad, que le permite escribir una obra de teatro dentro de un plazo concreto como si fuera un artesano alsaciano que debe entregar a tiempo, nunca mejor dicho, un reloj de cuco. Sin embargo, ambos muestran sus debilidades y detrás de la armadura de genios dejan ver su humanidad. En el caso de WSM se acrecienta al haber trasladado Kanin la tartamudez del escritor mediante la utilización de huecos en sus discursos. Se para el tiempo y cuesta trabajo comenzar a leer de nuevo, se frena el ritmo, como en “Paradiso”, de José Lezama Lima, donde vive el asma del propio autor. “Es un verdadero privilegio que alguien con el talento de Garson Kanin se diera cuenta de que era necesario tomar unas notas después de haber estado con WSM y luego extenderlas, porque te permite introducirte en la vida cotidiana de un escritor excepcional, de un ser humano muy complejo. No sólo con él, porque desfila todo el panorama de las letras y las artes del siglo XX y sino ciertos estratos sociales. Me parece que es un libro fascinante”.