Sevilla
Raphael, en la Maestranza
El cantante presenta una versión sinfónica de sus canciones mañana en Sevilla.
El cantante presenta una versión sinfónica de sus canciones mañana en Sevilla.
Raphael no se cansa de dar conciertos, ni de hacer giras, porque sabe que la vida del artista no es más que eso, subirse al escenario, cantar y luego tratar de ser un señor normal los días que no se actúa. Eso lo harán los que se reconozcan como parte del gremio de los «funcionarios» del arte, que son capaces de dejar colgado en el armario del camerino la piel que brilla bajo los focos para colocarse el traje mate de persona normal. Raphael no se cansa, desde que comenzó hace más de 50 años a romper las listas de éxitos es el mismo fuera y dentro del escenario, un volcán en un cuerpo menudo que se reinventa para seguir idéntico a aquel chico de cara angelical de sus primeras películas.
«Nunca he cambiado, siempre he sido el mismo, he evolucionado como todo el mundo, pero en esencia soy igual que cuando empecé». Raphael insiste en su autenticidad con motivo del concierto que mañana ofrecerá en la plaza de toros de Sevilla a las 21:00 horas, dentro de su gira «Sinphónico». Un tour donde las canciones de siempre son interpretadas tras pasar por el tamiz orquestal, para darle una nueva dimensión. Los temas resisten el tiempo y el cambio de registro en gran medida, porque se han convertido con el paso de los años en himnos para una generación que se ha hecho mayor con el cantante como uno de sus ídolos, pero también porque detrás de las letras y la música hay unos compositores muy importantes. «He tenido la suerte durante mi carrera de trabajar con compositores que han creado un repertorio excepcional, como por ejemplo Manuel Alejandro».
«Sinphónico» llega después de recorrer una gira nacional y americana en la que cada noche se ha colgado el cartel de «No hay billetes». Su fórmula no se agota disco tras disco, se hace grande en el escenario hasta alcanzar lo que en México se conoce como un «raphaelazo», es decir, un éxito desmesurado en algo. La palabra se hizo popular en los años setenta cuando el astro, como allí les gusta llamar a los ídolos, hacía enloquecer a las masas. «La verdad es que no soy yo el que tiene que hablar de mi éxito, deben ser mis seguidores los que expliquen qué es lo que les gusta de mí», explica Raphael, que seguidamente se describe como un trabajador del espectáculo que disfruta con esta vida frente a los focos. «Es mi pasión y mi vida, no sabría vivir de otra manera», de hecho, ya trabaja en su próximo disco con el que también saldrá de gira.
Nació al mundo de la música como casi todos los niños prodigio habituales a comienzos de los sesenta, hasta convertirse en un icono del pop nacional cuando alcanzó la madurez. Desde entonces, por encima de las modas, se ha mantenido como una figura singular independiente del momento en el que se encuentre. Raphael es Raphael. Ahora los festivales de música independiente lo llevan como cabeza de cartel y es reivindicado por los «outsiders». «No me extraña, porque yo siempre he sido muy independiente. Nunca me he dejado llevar, siempre he tenido claro mi camino y cuál era mi trabajo». Mañana por la noche, «va a ser una noche muy especial, lo presiento, Sevilla siempre ha sido un lugar maravilloso al que volver».
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