Andalucía
Retrato de loco con tiza
Las autoridades deberían neutralizar cuanto antes a un peligroso sujeto que merodea con aviesas intenciones los institutos de la Costa del Sol. Dice llamarse Juan Naranjo en algunos foros, también emplea el seudónimo «Juanitolibros», y se sirve de una tapadera de funcionario para adoctrinar políticamente a menores de edad. Cuando sus alumnos (a los que se refiere como «mis chicos» en el mismo párrafo en el que describe sus preferencias sexuales, las de él) abandonan su esfera de influencia, les hace un seguimiento en las redes sociales para comprobar su grado de pureza ideológica y, en suma, averiguar a qué partido votan. Si no le gusta la papeleta elegida, o la que él imagina que eligen, los adjetiva en una tribuna de un periódico de máxima difusión como «cafres», «descerebrados» y «cachorros de fascista», al tiempo que lamenta haber perdido el tiempo en enseñarles la materia que imparte en lugar de haberles sorbido la sesera para que apoyasen a las formaciones que más le molan a su profe de Historia. Naranjo, a quien la Consejería de Educación debería suspender de sus funciones con carácter fulminante y prescribir ayuda psiquiátrica para intentar curar su delirio, confiesa que detectó el huevo de la serpiente en el entusiasmo que esos muchachos experimentaban con las victorias de la selección de fútbol: «En mi clase, delante de mis ojos, estaban creciendo fascistas» (¿?¡!). Unos fascistas muy raros, desde luego, que cantaban los goles de Iniesta en vez del «Cara al sol» y que colmaron de parabienes al docente que tan poco aprecio les profesa hoy. «Algunos incluso eran buenos estudiantes», se sorprende en aviesa advertencia a sus pupilos presentes y futuros: en esta asignatura son incompatibles ciertas opiniones, y sabré cuáles son vuestras opiniones, con las buenas notas.
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