Libros
«Roldán hizo lo mismo que Cervantes»
Presenta su novela suicida sobre uno de los personajes más controvertidos de la España del «felipismo», icono del pelotazo y hoy caído en desgracia
Presenta su novela suicida sobre uno de los personajes más controvertidos de la España del «felipismo», icono del pelotazo y hoy caído en desgracia
Nada menos que el director general de la Guardia Civil se fugaba del país como el chorizo al que debía perseguir y España asistía atónita a uno de los grandes escándalos de la democracia. Más de dos décadas después, Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) se ha enfrentado en «La canción de Roldán. Crimen y Castigo» (Planeta) a uno de los retos literarios más importantes de su vida del que ha salido vivo y con libro.
–La última vez que hablé con usted me contó que trabajaba en un libro y que estaba al borde del suicidio. ¿Qué salió mal, el suicidio o el libro?
–El libro, efectivamente, es éste y el suicidio no se perpetró porque, efectivamente, gané la batalla al libro y dejé de pensar en suicidarme. Es más, tomé un tremendo chute de rejuvenecimiento porque me había tenido que convertir en un escritor novel, en un «teenager», para volver a escribir un tipo de literatura que yo jamás había escrito.
–Al final va a ser verdad que lo único que funciona en este país es la Guardia Civil, porque le sirvió de acicate como novelista.
–(Risas) Pues sí, es verdad que la Guardia Civil funciona y muy poquitas cosas más en este país. Vivir en España es agotador porque casi nada funciona.
–Además, hay una suerte de juego con el lector que piensa a primera vista, y nunca mejor dicho, que estamos ante un trabajo de investigación y realmente es una novela.
–La verdad es que no había manera de eludir el nombre de Roldán del título y comprendo que el lector que no se moleste en leer la contraportada pensará que es un libro más sobre la corrupción y la política, cuando no es nada de eso. Se trata de un libro de literatura y literatura pura. Es Dostoyevsky, Truman Capote y mucho más, a mí no me interesaban nada los datos periodísticos y sí el proceso personal que Roldán vive y mi lucha con el libro. Mi novela empieza en el momento en el que Roldán se fuga y luego hay otra que es una reflexión sobre la literatura. Es muy complejo, el que más trabajo me ha dado y el más literario. Me ha sorprendido que yo, que siempre estoy renegando de ser de España y español, me haya dedicado durante gran parte de mi vida y obra a escribir sobre nuestro país. Es que tengo una tetralogía: «Gárgoris y Habidis», «Muertes paralelas», «Y si habla mal de España es español» y éste. La primera es la España mágica, la segunda la cruel y de la aristofobia, la tercera la del pelotazo y hortera, y la cuarta la podrida. Ahora bien, la quinta sobre la que ya estoy trabajando volverá a ser buena como la primera.
–¿Esta quinta España es un misterio?
–No te puedo decir el adjetivo que tendrá porque a ningún escritor le gusta contar de qué va su próxima novela, sería como destensar la piel del tambor. Creo que puede ser un libro muy interesante, pero no sé si lo voy a escribir porque éste ha estado a punto de acabar conmigo.
–Pero el personaje le ha cautivado.
–Ni en su momento me importó el lío de Roldán, pero poco a poco Roldán se va metiendo en mi vida y me doy cuenta de que estoy delante de un personaje de Dumas o de Capote. Como personaje me interesa en el momento en el que se fuga, cuando comete el segundo gran error de su vida. El primero fue, por supuesto delinquir, y el segundo fugarse, porque un fugitivo es la percha ideal para que le cuelguen lo que hizo y lo que no. Además de delincuente se convierte en cabeza de turco y en chivo expiatorio por el que recibe un castigo superior al que merecía. Luego es controlado por Francisco Paesa y llega a una situación similar a la del Conde de Montecristo. ¡Encerrado en dos apartamentos de París sin poder salir, sin llaves ni dinero! Es absolutamente literario, pero lo que ya me convenció del todo de que estaba ante un libro literario y no periodístico fue cuando Roldán me entregó sus diarios. Miles y miles de páginas, decenas y decenas de kilos escritos durante los diez años que estuvo recluido en el módulo penitenciario de Brieva, cerca de Ávila. Es un documento que escribió para nadie, sólo los he leído yo, ni él mismo; por lo que es un documento de absoluta veracidad. Es el testimonio de un señor que se chupa el mayor episodio de aislamiento penitenciario de la Historia de España, al que se le niegan todos los derechos penitenciarios que tienen incluso los etarras y al que se le ha desplomado su mundo. Luego, se ha quedado en la miseria, Roldán no tiene un duro, vive en la pobreza y naufraga su matrimonio, sin sus amigos, no tiene ideología. Está desnudo ante el mundo y se redime gracias al Dios de su infancia, al hilo de las conversaciones que tiene con un jesuita y con sus lecturas. Se pone a leer de todo y toca fondo cuando cinco años después de estar en prisión lee «La fenomenología del espíritu», de Hegel, que no es una novelita rosa. Ahí asume que ha cruzado lo que Hegel llamada la «línea infeliz de la conciencia» y asume que ha obrado mal.
–En la novela aparecen muchos nombres de relumbrón que hace veinte años lo eran todo y hoy han sido sustituidos por otros. ¿No somos nadie?
–España es un teatro de marionetas, «sic transit gloria mundi» y ya decía Cela, a propósito de los ministros, que dentro de cien años se recordaría su obra pero no el nombre de ninguno de ellos. Eso es así, pero así mismo hay personajes estereotipados que siguen haciendo lo mismo. Es estremecedor ver que lo que yo he escrito no es más que una novela picaresca, lo que hizo Roldán lo hizo Cervantes, el Conde-Duque de Olivares o el de Lerma. Cervantes era recaudador de contribuciones y acabó en la cárcel. Cambian los rostros, pero la Historia siguen siendo la misma.
✕
Accede a tu cuenta para comentar