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¿Se acabó?

La economía española no es ajena a la evolución de la de otros países / Foto: La Razón
La economía española no es ajena a la evolución de la de otros países / Foto: La Razónlarazon

Entre 2015 y 2017 la economía española creció un 9, 8% de manera acumulada, un ritmo significativamente superior al registrado por grandes áreas económicas como la zona euro (6,2%) o los Estados Unidos (5,7%). Ante las tentaciones triunfalistas conviene siempre recordar que este patrón de crecimiento no es desconocido; la economía española ha mostrado repetidas veces su capacidad de crecer a mayor ritmo que los demás, pero también de decrecer y destruir empleo a mucha mayor velocidad.

Lo que se plantea casi a vueltas del verano es si seguiremos creciendo en promedio al 3% del PIB –Producto Interior Bruto– real (esto es, una vez descontada la subida de precios). Aquí es donde las previsiones comienzan a flaquear hasta el punto de que lo más suave que se puede leer entre los analistas es que el ritmo de crecimiento se reduce por debajo de esa tasa, que de por sí es extraordinariamente alta para una economía de gran tamaño como es la española.

En rigor no se puede sostener que todos los indicios apunten en el mismo sentido, pero sí que hay signos preocupantes de que pueden apoyar que este vigor se acabó, al menos para 2019. El primero de ellos es una previsible caída del comercio exterior lo que para España sería especialmente preocupante pues ha sido la demanda exterior (lo que nos compran nuestros clientes en el extranjero) la que ha contribuido más que la demanda interna a este crecimiento. Lo fácil es tirar del argumentario de la espiral arancelaria del presidente Trump pero esto no parece estar del todo claro. La razón está en que las alianzas comerciales internacionales no todas giran en torno a Estados Unidos (EE UU).

Por ejemplo, en Asia se está fraguando un gran acuerdo comercial a través de la denominada Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés). Esta alianza englobará a 16 países del tamaño de China, Japón e India. En un sentido similar la Unión Europea (UE) está avanzando en las negociaciones con los cuatro países fundadores de Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay). De manera que no todo es «Brexit» o no haber cerrado el Tratado TTIP entre la UE y EE UU.

En cualquier caso, la incertidumbre sobre nuestra demanda exterior se ve reforzada por la bajada de turistas registrada este año. Para el profesor Cardenete son «turistas prestados» que en estos últimos tres años han venido rechazando otros destinos directamente competidores de España como Egipto. Suscribimos el diagnóstico.

Por su parte, la demanda interna va a tener que enfrentarse a la previsible subida de los tipos de interés puesta ya en marcha por la Reserva Federal Norteamericana y anunciada, en lo que nos toca de cerca, por el Banco Central Europeo. Esto es particularmente preocupante porque todo el mundo moderno se basa en la capacidad de comprar ahora y pagar más tarde. Esto merece un comentario detenido.

En la última década hemos asistido a un fuerte crecimiento de la deuda global, precisamente, en unos años en los que había estallado una burbuja financiera-inmobilidaria que era, ni más ni menos, que una crisis de deuda. El crecimiento de la deuda global es del 40% y se concentra, fundamentalmente, en los países emergentes. Estos países han pasado de tener una deuda del 276% de su PIB en 2007 al 325% en 2017. Los datos proceden de un artículo de Mathieu Fort publicado en el dossier de perspectivas para 2018 de CaixaBank Research. La economía española, sin embargo, ha caminado justo en sentido contrario registrándose un fuerte proceso de desendeudamiento y saneamiento de los balances del sector privado español. Este comportamiento es muy importante. El ex ministro Miguel Sebastián –tan citado en el último mes por razones muy diferentes– subrayó en su libro «La falsa bonanza» la responsabilidad en la reciente crisis del fuerte endeudamiento del sector privado español. De manera que el desendeudamiento que hemos hecho nos ayuda, pero una subida de los tipos de interés siempre enfría el consumo y no pocas decisiones de inversión.

Aún no se puede decir que se acabó este fuerte ritmo de crecimiento. Lo que sí se puede es terminar con una buena noticia porque «Se acabó» es la plataforma que han creado unos ejemplares estudiantes universitarios catalanes para plantar cara al acoso sufrido por sus compañeros y por autoridades académicas en una universidad tan importante como la Universidad Autónoma de Barcelona.

* Profesor de la Universidad de Sevilla y de la Universidad Autónoma de Chile