Museo Thyssen
Sorolla: Apuntes de Nueva York
El Museo Carmen Thyssen Málaga acoge estos días una pequeña –pero deliciosa– exposición que se centra en la estancia del pintor Joaquín Sorolla en Nueva York, en 1911. El visitante puede contemplar una serie de “gouaches” con escenas urbanas pintadas desde la habitación del hotel en el que se alojó Sorolla, así como algunos dibujos realizados en los reversos de los menús del restaurante, todo ello procedente del Museo Sorolla. La exposición, además de evidenciar la fascinación que sintió Sorolla por la ciudad de los rascacielos y mostrar el lado más íntimo de un artista en plenitud de facultades, pone de manifiesto uno de los aspectos más interesantes y menos conocidos de su producción. La ingente producción de dibujos, bocetos y notas de color del genio valenciano ha sido objeto, en los últimos años, de un concienzudo análisis teórico por parte de los especialistas y motivo frecuente para las exposiciones. En esas pequeñas obras, estudios de luz o de figuras para acometer otras mayores, o arrebatados apuntes tomados del natural con la intención de capturar un instante concreto, se adivina la vertiginosa mano del artista y un carácter espontáneo e impreciso. Pero lo que verdaderamente sorprende de los “gouaches” neoyorquinos, menos vistos y expuestos que otros apuntes, es que revelan a un Sorolla distinto al consabido pintor de la luz del Mediterráneo. Un Sorolla más audaz y moderno que pinta el vértigo de la gran ciudad desde las alturas, que busca captar las luminarias eléctricas de la noche o la lluvia y la nieve sobre el asfalto. No se trata de la obra del reputado profesional que trabaja para sus clientes, sino la del pintor vocacional que se divierte, un genio, dotado de una sensibilidad prodigiosa, trasladando al cartón las sensaciones vividas en el viaje. Suvenires con los que revivir más adelante una feliz estancia en la Gran Manzana. Muy recomendable.
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