Andalucía
Testigos del paralelo 38
Hace pocos días se pudo ver en Netflix el desenlace de la serie surcoreana «Recuerdos de La Alhambra», una producción que no pasará, desde luego, a la historia de la televisión por sus virtudes. No obstante, resulta llamativo que la productora Studio Dragon, una de las más destacadas de la potente industria audiovisual, decidiera elegir la ciudad andaluza para situar la acción de esta historia, cuyo arranque tiene lugar, sin embargo, en Barcelona. Aunque la conexión entre Andalucía y Corea no esté al nivel de la existente con su vecino Japón, sí hay algunos vínculos, si bien pocos conocidos.
Tal vez uno de los andaluces que más sepa sobre la realidad de este país al sur del paralelo 38 sea el profesor de la Universidad de Sevilla José María Contreras Espuny. Impartió clases durante un curso en la Universidad Hankuk de Estudios Extranjeros de Seúl y lejos de dejar que se difuminaran con el tiempo las anécdotas vividas y las impresiones personales, decidió plasmarlas por escrito en «Crónicas coreanas», excelente propuesta para adentrarse en las interioridades del país y su gente. Una de las principales virtudes es la ironía, a la que su autor recurre con frecuencia para rememorar su paso por allí en compañía de su esposa, Matilde, a quien achaca ser «la causa de todos estos desastres», la persona que le hizo dar el paso de embarcarse en esta aventura asiática. El libro tiene pasajes memorables como su visión de la escala laboral aplicada a un profesor universitario, el papel de los pedagogos en cierto congreso de hispanistas, el «traicionero» Soju, licor nacional por excelencia o «vodka ladino», según se mire, y el muy particular estilo coreano de jugar al fútbol, lo que le permitió darse cuenta que «nunca había sido penoso jugando al fútbol, solo había elegido el país equivocado».
Otro andaluz que sabe lo que significa trabajar en Corea es José Miguel García, afincado en Taipei, desde donde dirige documentales para National Geographic y otras muchas cadenas de televisión de todo el mundo. En Seúl realizó un trabajo, galardonado con el premio Platino en Houston, sobre la torre Lotte World, el rascacielos más alto de Corea.
Dada la amenaza proveniente del norte, es habitual encontrar en Seúl refugios a los que acudir en caso de bombardeos y cruzarse con soldados de reemplazo, como hace años en España. Sorprende la intensa vida nocturna de la capital, que puede hacer pensar a un ocasional turista español que se encuentra en Madrid o en alguna gran ciudad. Casi cinco años después, en Corea aún está abierta la herida provocada por los más de 300 fallecidos en el hundimiento de un barco cargado de adolescentes en viaje de excursión y llama mucho la atención la independencia del poder judicial, capaz de condenar a 24 años de cárcel a la expresidenta del país, todo un ejemplo para tantas democracias occidentales. En el otro lado de la balanza hay que indicar el extraordinario peso que tienen las grandes corporaciones coreanas, como Samsung, LG, Kia, Fila o Hyundai, conocidas en todo el mundo y cuya influencia interfiere directamente en todos los niveles de la sociedad. También destaca Corea por un cine que llega a muchos confines y que ha permitido que hoy en día algunos cineastas coreanos sean muy apreciados por la industria y la crítica especializada. Bien es cierto que está muy bien promocionado, como lo corrobora el hecho de que en el principal aeropuerto del país, el de Incheon, haya salas donde se proyectan las películas más destacadas del momento para que el viajero que se encuentre en tránsito tenga ocasión de disfrutar de magníficos títulos como «Tren a Busán», magnífica aportación al cine de terror.
Corea del Norte no escapa tampoco a la mirada irónica de José María Contreras, aunque más que de esta feroz dictadura, de lo que habla en «Crónicas coreanas» es de una inolvidable excursión a la zona no militarizada, más conocida como DMZ y que se antoja el principal reclamo turístico para el viajero que se planta en Seúl, a apenas medio centenar de kilómetros de esta franja que separa las dos Coreas. Alejandro Cao de Benós, ese personaje tan singular que defiende a capa y espada las bondades del régimen norcoreano, es definido por Contreras como «indigno» por no tratarse de ningún «estúpido (...) un pobre iluso o un demente». Su retrato es diferente en el excelente documental «The Propaganda Game», dirigido por el español Álvaro Longoria para la compañía Morena Films, donde ejerce las funciones de productora la sevillana Merry Colomer. Una magnífica alternativa, y complementaria al documental, para saber más de Corea del Norte es el cómic «Pyongyang» del dibujante canadiense Guy Delisle, a medio camino del reportaje periodístico y el diario de viaje, enriquecido con notables aciertos visuales como el juego con las insignias de padre e hijo de esta dinastía comunista así como didácticas y breves lecciones de técnicas de animación, oficio que llevó a su autor a Corea del Norte. En clave de ficción, pero basada en casos de secuestros de ciudadanos surcoreanos y japoneses, la novela «Infiltrada» es una apuesta por el «thriller» que permite conocer mejor siniestros episodios de este país al norte del paralelo 38.
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