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Tiempo de recuerdos

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En este mes se está recordando a dos cineastas andaluces que se sintieron especialmente cómodos en la comedia. El martes pasado fue el 25 aniversario de la muerte de Manolo Summers, uno de los directores de más talento del cine español, que tuvo un inicio fulgurante con la Concha de Plata al mejor director en San Sebastián y una mención especial en Cannes, ahí es nada. Su obra gravitó entre el cine popular, con una mirada habitualmente irónica, y otro de carácter más personal siempre plagado de ternura. Summers consiguió romper fronteras y que los espectadores disfrutaran por igual en Japón, Argentina, Finlandia, Canadá o Sudáfrica. Incluso logró algo de lo que muy pocos pueden presumir: haber desbancado en la taquilla a la obra maestra de Coppola, «El Padrino», en Colombia.

Pancho Bautista, fallecido veinte años después que Summers, también tuvo la fortuna de llenar numerosas salas, en su caso con «Se acabó el petróleo», la película andaluza con mayor número de espectadores durante casi dos décadas, hasta la llegada de «Solas». Antes de debutar como director con este título, contribuyó a sentar las bases de un incipiente cine andaluz con una película tan emblemática como fue «Manuela», de Gonzalo García Pelayo, a quien brindó la oportunidad de dar sus primeros pasos en el cine. En el aspecto personal, ambos se caracterizaron por su bondad, sufrieron incomprensiones y fallecieron, por la misma enfermedad, demasiado pronto.

Aún más prematura fue la muerte de dos excelentes profesionales del audiovisual, Fernando Hugo Rodrigo y Javier Medina, que fallecieron este año, con pocos días de diferencia (en julio hará seis meses). El primero contaba, a pesar de su juventud con una trayectoria de casi dos décadas como guionista y analista de guión. Justo un año antes de fallecer de forma inesperada se había unido, como jefe de desarrollo de proyectos, a la productora Tandem Films, liderada por Cristina Zumárraga y Pablo Bossi, dos destacados referentes en la producción de cine en España y Argentina.

Javier Medina comenzó como operador de cámara de Canal Sur, donde se ganó muy pronto el respeto y la consideración, lo que le permitió ser uno de los elegidos para coberturas institucionales y viajar hasta sitios soñados como el corazón de Hollywood. Destacó por su faceta de realizador en «Los Reporteros» y aspiraba a debutar en el cine con una película sobre el narcotráfico, proyecto con el que estaba muy ilusionado.