Primer mensaje de Navidad de Felipe VI

Tregua navideña

Hasta hoy parece que tenemos una especie de huelga navideña de agresividad. Se siguen diciendo verdaderas sandeces, sobre todo por parte de la clase política, pero están dentro de lo que se considera normal. La Nochebuena fue tranquila en toda España. Por mucho antisistema, por muchas avanzadísimas propuestas como aquella de hace unos de años que ha quedado como una de las cimas de la majadería humana, les recuerdo, aquella de entregar a los hijos a unas especies de comunas estatales para librarlos de las malas influencias que sus padres derramarían sobre ellos. Pues con esas y mil tonterías más, todavía las familias, los amigos, se reúnen en las casas por Navidad. Televisivamente pasó algo parecido. El discurso del Rey sentó a varios millones de españoles a escuchar su mensaje, que fue sobre todo una lección de futuro. Los jóvenes fueron el eje de su discurso. No dejó nada por tocar, pero con la suavidad que la Nochebuena requería. Después de Felipe VI, Televisión Española programó un musical con claro sabor andaluz. Al frente del mismo un onubense joven que, con su altísima sensibilidad como compositor y cantante, bate récords: Manuel Carrasco. Tuvo como invitados compañeros andaluces de su edad –Pablo Alborán, David Bisbal, Vanesa Martín, Malú, a la que por tantas razones la incluyo entre las artistas andaluzas–. Qué orgullo sentí disfrutando de tan buenos artistas que cuando cantan les sale su tierra en los quejíos con más sentimientos. Sobre el discurso del Rey, para mí impecable, se escucharon tonterías variadas por parte del independentismo. Uno de sus líderes –resulta molesto citar nombres–, como gran critica dijo dramáticamente: «Ha quedado demostrado que este es el rey del 155». ¿Cuántas horas dedicaría a encontrar algo tan trascendental? Tonto del... No sé como se dice en catalán. Felipe VI es el Rey de ese artículo y de todos los de la Constitución, es el garante de la misma y fue su padre Don Juan Carlos quién la firmó en un acto solemne en la Cortes. Con su sanción quedó como ley de leyes, obligando a acatarla a todos, desde el Rey hasta el último ciudadano de la Nación. Así que, tontín del Ampurdán, si pretendía una feroz crítica, lo que ha conseguido es reconocer la impecable actuación del Monarca.