Política

Sevilla

Un acusado de matar a su mujer alega que «pudo defenderse»

Puerta del domicilio donde tuvieron lugar los hechos / Foto: Efe
Puerta del domicilio donde tuvieron lugar los hechos / Foto: Efelarazon

«Ella pudo defenderse perfectamente, podía haber entrado al domicilio y cerrar la puerta. Llegó a quitarme el cuchillo». Es lo que declaró ayer J.M.R.M. durante su interrogatorio en el juicio en el que se le acusa de asesinar a su mujer el 16 de octubre de 2016 en Olivares (Sevilla) asestándole una docena de puñaladas. Usó para ello un cuchillo que llevaba en el coche en el que recogió a sus dos hijos menores, y que según su versión estaba allí desde hace unos días porque habían hecho una barbacoa familiar junto a otros utensilios que la Guardia Civil no halló. «Tal vez si el cuchillo no hubiera estado ahí no estaría yo sentado aquí hoy, esa fue mi propia desgracia», dijo.

Ante las preguntas de la fiscal, que pide 23 años por asesinato y malos tratos, cuestionando las posibilidades de defensa de la víctima dada la corpulencia de J.M.R.M. y el arma blanca que llevaba, el acusado dijo recordar «haber usado el cuchillo cuatro o cinco veces» en un «forcejeo», insistiendo en que varias de sus heridas eran defensivas. Cuando la fiscal le replicó que ella «luchaba por salvar su vida», J.M.R.M. respondió: «Claro, y yo por la mía».

La acusación particular, que ejerce la familia de Stefanía M.G. –de nacionalidad dominicana al igual que el procesado– también le atribuye dos delitos de lesiones por las secuelas psicológicas causadas a los niños, que tenían en el momento de los hechos 3 y 5 años. Según esta acusación y la que ejerce de oficio la Junta, que tuteló un tiempo a los niños hasta que se atribuyó su custodia a una prima de la víctima residente en Italia– los niños presenciaron la agresión mortal. J.M.R.G. lo negó en todo momento y aseguró que estaban en el coche y tiró el cuchillo al ver que su hijo mayor abría la puerta, señalando que las manchas de sangre en su ropa pudieron deberse a una «transferencia» cuando amarró al mayor en su asiento y besó al pequeño.

Tras el crimen, llamó a su madre para anunciarle que le llevaba a los niños porque «había tenido un fracaso» con la intención era dejarlos con ella y entregarse a la Guardia Civil cuando fue interceptado por una patrulla en Salteras, a la que «no opuse ninguna resistencia».

Su defensa se centró en cómo llevó la «infidelidad» de su mujer y su preocupación porque su nueva pareja consumía drogas y la relación de éste con la decisión de ella de denunciarle un mes antes y pedir una orden de alejamiento que le fue rechazada.