Recetas

Vota McDonald’s

Pese a una fobia a los alimentos que vienen del agua, pescados y mariscos, el arriba firmante ha sido capaz de degustar con gusto multitud de platillos por el mundo, desde el hangi maorí, una suculenta barbacoa de vegetales cocidos en un pozo cavado en la tierra gracias al calor geotermal del subsuelo neozelandés, hasta el cuy peruano, que no es más que un roedor asado en el que muchos vemos un conejo pero los escrupulosos contemplan una rata. Con la familia francesa hemos protagonizado sentadas de «escargots» del tamaño de abejorros y apurado todas las vísceras de cualquier cuadrúpedo (los ojos de cordero, no) como si el mundo fuera a acabarse y la parentela italiana prepara en días señalados rigatoni alla pajata, esto es, pasta con una salsa a base de intestinos de ternero con el quimo aún dentro. «Te lo podría decir de otra manera pero la realidad es que esto es mierda», explica la receta Alberto Sordi en una célebre escena de «El marqués del Grillo». Los snacks previos al almuerzo en Asia son a base de insectos rebozados y en ciertos mercados marroquíes, conviene zamparse la verdura sin lavar porque el agua del enjuague garantiza disentería. Engorda lo que no mata, en efecto, así que no es uno remilgado para comer... ni tampoco reniega, faltaría más, del sabor prefabricado, ¡pero rico y familiar!, de las dos cumbres de la gastronomía occidental: el donut de chocolate y el Big Mac. La mal llamada comida basura, a la que la lupa más estricta de la Administración no es capaz de encontrarle el menor pero sanitario, es la siguiente víctima de la furia destructiva de los ofendiditos, esa cofradía de cenizos que domina la opinión publicada con sus proclamas inquisitoriales y ahora la han tomado con Moreno Bonilla por almorzar en un fast food: quizá sea el único motivo para votarlo.