Castilla y León

Castilla y León, a la cabeza de España en hospederías monásticas

Quienes acuden a estos refugios, tanto creyentes como no, van en busca de paz y sosiego y pueden participar de los actos litúrgicos

Un monje benedictino del Monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos), acude a la oración
Un monje benedictino del Monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos), acude a la oraciónlarazon

Paz, silencio, tranquilidad y sosiego. Esas son las características diferenciadoras de las hospederías monásticas.

Estos alojamientos situados en monasterios o conventos se han convertido en una de las opciones preferidas para aquellos que quieren salir del ruido de la ciudad, dedicar tiempo a sus pensamientos e, incluso, dejar el teléfono móvil y el ordenador de lado por unos días.

En España hay más de mil conventos y centros religiosos de los que unos 600 tienen hospedería. En más de 500 sólo se puede dormir con recomendación de un familiar o conocido ligado al templo. Y, al final, sólo quedan 70 a los que cualquier persona puede tener acceso.

Muchos de ellos se encuentran en Castilla y León, que se sitúa a la cabeza de España en este tipo de turismo.

En estas hospederías el visitante no encontrará lujos, pero sí las mejores atenciones de quienes los regentan, quienes ofrecen a turistas y peregrinos un alojamiento diferente por un precio accesible o, simplemente, por la voluntad.

Dormir en monasterios es, desde hace muchos siglos, una manera de romper con los agobios que nos retiene y ofrecer acomodo al espíritu.

Las hospederías monásticas surgen de la tradición de hacer la acogida al peregrino y quien lo necesite una forma de vida. No tienen cafetería ni servicio de habitaciones, pero suelen tener su propio huerto y la relajación del silencio hipnótico de sus claustros. Además, el huésped debe hacer su cama.

Vía de subsistencia

Aunque la hospedería es una costumbre en los monasterios, muchos de ellos tiene que cobrar para «subsistir», y los precios por noche suelen rondar los 40 euros en habitación doble.

Además, el centros religiosos como el de Nuestra Señora de los Ángeles, en Segovia, en el que residen cinco monjas de clausura, han tenido que cambiar su servicio de alojamientos con la crisis.

«En principio estaba destinados a las familias de las religiosas, pero como estamos tan mal lo hemos abierto a cualquiera que desee venir», explica la madre Mónica, que añade que en su caso admiten a hombres y mujeres pero no ofrecen comidas.

En cualquier caso, la época de más solicitudes suele ser el verano y fiestas religiosas, por lo que recomiendan reservan con la suficiente antelación y prepararse para salir del «mundanal ruido».