Comunidad de Madrid
El humo de «luminarias» purifica a los caballos en una noche mágica
La pequeña localidad abulense de San Bartolomé de Pinares (Ávila) ha vuelto a vivir una noche mágica, sumergida bajo una espesa nube de humo que ha servido para purificar al centenar de equinos que ha pasado por la veintena de "luminarias"distribuidas por las empinadas calles de este pueblo.
Como cada año, los vecinos de este municipio próximo a la Comunidad de Madrid han vuelto a cumplir con un ritual que algunos datan en el siglo XVIII, cuando una terrible epidemia diezmó las cabañas ganaderas.
Desde entonces, se cumple con la tradición según la cual el humo purificador procedente de las hogueras contribuye a ahuyentar los malos espíritus y salvaguardaban a los animales que esta noche han sido los protagonistas de la jornada previa a la festividad de San Antón.
El hecho de que este año las "luminarias"hayan coincidido con un viernes, ha hecho que las principales calles de San Bartolomé de Pinares se hayan visto desbordadas por un público que apenas dejaba transitar a los animales en algunos puntos.
Este año ha destacado la participación de un jinete japonés, ataviado con una indumentaria típica de aquel país y que ha asistido acompañado por varios equipos de televisión, siendo jaleado a su paso por el público.
Además, las grandes hogueras que han sido preparadas por los habitantes del pueblo durante todo el día a base de escobas, piornos y retamas, han servido para que los vecinos y visitantes pudieran calentarse en esta gélida noche invernal.
Como cada año, el paso de los jinetes a lomos de sus monturas ha generado imágenes espectaculares y de gran plasticidad, con los animales y sus dueños apareciendo a modo de espectros entre las llamas y el humo generado por las grandes hogueras.
En contra de los que muchos creen, lo fundamental en esta fiesta es el humo, no el fuego, de ahí que cuando las llamas se imponen, se arroje agua sobre la hoguera para propiciar esa atmósfera londinense que hace que San Bartolomé de Pinares desaparezca bajo una espesa "niebla"que se aprecia a kilómetros de distancia.
Aunque desde horas antes ya se percibe ese ambiente, el inicio oficial de esta fiesta se ha producido en torno a las 21.00 horas, cuando el párroco de la localidad ha procedido a la bendición del centenar de caballos, yeguas y burros concentrados a las puertas de su casa, tras la que los participantes han coreado vivas a San Antón.
Mientras se cumplía con esa primera parte de la tradición, los jinetes y el público eran invitados a degustar las típicas pastas de la zona y el clásico vino de esta comarca de Pinares.
A partir de ese momento, y con la gente expectante, los equinos han iniciado una especie de "procesión"por las calles del pueblo, atravesando una y otra vez las hogueras, mientras los espectadores aplaudían a su paso.
Algunas monturas han atravesado casi al galope las "luminarias", mientras otras lo han hecho al trote, teniendo en cuenta las características de cada animal y el peso que portaba, ya que en algunos casos eran dos y hasta tres las personas que lo montaban.
Los jinetes iban bien pertrechados con ropa de abrigo y un pañuelo con el que cubrían su cara, al igual que muchos espectadores veteranos que ya conocían los efectos de un espeso humo del que en ocasiones resultaba difícil huir.
Los rescoldos de las llamas serán aprovechados por los vecinos a las puertas de sus casas para cumplir también con la tradición de asar en ellos las chuletillas, las morcillas y la panceta que les ayudarán a seguir con la fiesta durante la noche.
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