Castilla y León

Globos aerostáticos para disfrutar del verano

El vallisoletano Roberto Pérez ofrece, con Vallaglobo, vuelos para conocer Castilla y León a vista de pájaro y con seguridad

«En un globo tienes la posibilidad de ver todo lo que hay alrededor sin cristal»
«En un globo tienes la posibilidad de ver todo lo que hay alrededor sin cristal»larazon

VALLADOLID- «Vallaglobo», empresa de paseos en globos aerostáticos que opera a lo largo y ancho de Castilla y León, echó a volar hace un año y medio. Roberto Pérez es su dueño, y califica esta actividad como «algo especial, divertido, irrepetible, emocionante y placentero». A su vez, trata de desterrar leyendas urbanas (o rurales) en torno a esta forma de ocio: «se hacen comparativas con la noria, la montaña rusa o los aviones, pero esto no tiene nada que ver, porque lo que ofrecemos es una actividad muy tranquila».

Ahora bien, volar depende de la meteorología. «Si es buena, se pueden surcar los aires, y se hace de una manera totalmente segura, pero con la posibilidad de ver todo lo que hay a tu alrededor sin un cristal o una chapa», explica.

Roberto indica que cada fin de semana, cuando recibe a sus viajeros, les explica que la suya es una empresa autorizada por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), para vuelos con pasajeros, publicidad y fotografía aérea con globos aerostáticos, y es también una compañía de turismo activo autorizada por la Junta. Y es que, lamenta, «en este ámbito, como en todo, también operan ilegales».

Rutas a la demanda

Roberto destaca que «es importante que Castilla y León tenga una empresa de globos aerostáticos propia de aquí», pese a que muchos potenciales clientes lo desconozcan y, como en tantos otros sectores, sólo se busque en Madrid. Precisamente de la vecina autonomía llegan muchas empresas, dado que en la región madrileña el espacio aéreo está muy restringida, y lugares como Segovia, Ávila, Salamanca o Valladolid constituyen zonas óptimas para volar. Las rutas más demandadas en «Vallaglobo» se ciernen sobre Valladolid capital, Salamanca o Segovia, aunque Roberto escucha peticiones y las cumple siempre que técnicamente sea posible, tras consultar recorridos en las cartas de navegación.

Roberto, no para. «Estamos implantando, en la zona de Peñafiel, un viaje que aúna enoturismo y nuestros paseos aéreos, en colaboración con dos bodegas emblemáticas como Matarromera y Arzuaga», nos explica este joven emprendedor. En cuanto a su flota, dispone de dos globos, uno para tres viajeros y el piloto, y otro más con un total de once plazas. Frente a lo que puede parecer, «la amortización de un globo debe planificarse bien, porque su vida útil va de las 450 a las 550 horas de vuelo». Roberto asegura abarcar, entre sus pasajeros, una amplia franja de edad, que va de los ocho a los 82 años. «Que con esas edades, en particular nuestros mayores, tengan ganas de hacer cosas diferentes, me parece que es de admirar». reconoce, agradecido.

En cuanto al precio, sentencia que es «el que pueda suponer cualquier otro capricho», porque, «para mucha gente volar es el sueño de su vida». El coste estándar por persona es de 150 euros, pero, además del vuelo, se incluye un almuerzo a la llegada, con productos típicos de Castilla y León, que se degustan en plena naturaleza, y que van acompañados de brindis, también con vinos de alguna de las cinco denominaciones de origen presentes en la provincia de Valladolid. Turismo activo y gastronómico de primera.

DE CERCA

De la manera más simple. Viendo volar un globo en las ferias de Valladolid. Lo que comenzó siendo una afición se hizo vocación y, hoy por hoy, la forma de vida de Roberto Pérez, dueño de «Vallaglobo». Titulado en Empresariales, dejó su trabajo en una factoría agroalimentaria, para cumplir su sueño. «Hago lo que me gusta», dice, con una sonrisa de oreja a oreja. Si bien, no deja de investigar: «me considero un emprendedor y espero lanzar pronto más proyectos, porque lo de los globos es algo estacional». De sus inicios, recuerda que fueron complejos, por las trabas y poca información recibida, y porque tuvo que dejar todo en manos de una gestoría, que, eso sí, le resolvió bien el papeleo.