Valladolid
Las huellas vallisoletanas de Guadalupe Ortiz: abrió camino al perdón y a la solidaridad
El teólogo José Carlos Martín de la Hoz pronuncia en Valladolid una conferencia sobre la primera mujer laica del Opus Dei que subirá a los altares
El próximo 18 de mayo la Iglesia Católica beatificará a Guadalupe Ortiz de Landázuri, la primera mujer laica del Opus Dei que subirá a los altares. Una mujer adelantada a su tiempo, química de profesión, emprendedora, docente e investigadora, que nació en Madrid en 1916 y murió en Pamplona en 1975, y que pasó al menos dos años de su vida en Valladolid en plena Guerra Civil, unos años antes de conocer a san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.
Con motivo de este acontecimiento y mientras llega la fecha, la delegación de Castilla y León, Asturias y Cantabria de esta Prelatura personal del catolicismo, que ayuda a los cristianos a buscar la santidad en su trabajo y en sus actividades ordinarias, ha organizado una serie de conferencias para acercar la figura y legado de Guadalupe, a quien se le atribuye la curación milagrosa de Antonio Jesús Sedano, que padecía un tumor maligno y mortal, después de que éste y su familia invocaran a la futura beata y rezaran junto a una estampa de ella.
Como la que se celebraba ayer en el Aula Magna de la Facultad de Medicina de Valladolid, de la mano de José Carlos Martín de la Hoz, la persona que se ha encargado de llevar la causa de beatificación en España. «Lo más importante de Guadalupe es lo que, con casi ochenta años de antelación, les dice a las mujeres y hombres de nuestro siglo: que es su alegría y buen humor; su confianza en Dios y en los demás; y la paz que encontró y que siempre supo transmitir y contagiar a los que la rodeaban», señala a LA RAZÓN el también sacerdote y doctor en Teología.
Recuerda que a Guadalupe le tocó vivir la dura posguerra y por ello destaca su esfuerzo y su sacrificio para sacar adelante a España y formar una sociedad cristiana y religiosa. «Ayudó a reconstruir el tejido social, educativo e identitario y fue una de las personas que se echó el país a la espalda», destaca el vicepostulador, para quien Guadalupe «consiguió abrir el camino hacia la solidaridad, el perdón y la convivencia». Y destaca de ella su capacidad de hacer de la oración algo personal y confiado. «Tenía química con Dios; su complicidad con Él era total, y hacía de ese momento algo íntimo».
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