Castilla y León

Las morcillas de Villada conquistan mercados

El palentino David Ramos defiende la calidad, la innovación y la anticipación, como las claves para crecer en los negocios

«Ser constante es uno de los valores clave en la agroalimentación y en el medio rural»
«Ser constante es uno de los valores clave en la agroalimentación y en el medio rural»larazon

El sabor ocupa lugar. Éste es el lema de la empresa «Morcilla devillada», que opera desde Villacidaler, en la provincia de Palencia, y que ya distribuye su producto -el embutido, pero también una sabrosa crema- a toda Castilla y León, a alguna gran superficie y a tiendas gourmet de ciudades como Madrid. David Ramos es el propietario de una firma que ha recibido hace sólo unos meses el Premio «Alimentos de España», y que cuenta con el respaldo de la Junta y la Diputación de Palencia, a través de los marchamos «Tierra de Sabor» y «Alimentos de Palencia».

Desde que en 2007 dejara León, donde trabajaba en un laboratorio, ha conseguido relanzar esta empresa familiar. Explica que su primera opción era fijar la fábrica en la que mantenemos esta conversación en Villada, de donde es originario. Aunque no tuvo el respaldo esperado, dado que se pretendía por entonces abrir un polígono industrial que aún no ha echado a andar. Pero, está satisfecho con la infraestructura que ha logrado completar. Algo que no es óbice para que apunte que «eso de que el joven que vuelve al pueblo tiene apoyo para emprender, que se apuesta por el desarrollo rural, que los ayuntamientos promueven el impulso empresarial, no es así. Al menos en mi caso».

Ahora bien, David está muy centrado en un negocio que produce decenas de miles de kilos de morcilla y de tarros de crema cada año. «Esto es una carrera de fondo -explica-. Para tener una empresa pequeña, en el sector agroalimentario, hay que estar capacitado física, mental y psicológicamente».

Una regla en la vida como en el negocio de David, afirma, es «la lógica y la intuición, y hasta ahora no me ha ido mal». Pero también, hace de la cercanía y el esfuerzo su bandera. «Ser constante es un valor clave en un negocio como éste, en el medio rural», indica, y reconoce que «creemos en una relación con el cliente más allá de lo profesional, que sean amigos». De esos compradores afirma que «cada uno de ellos es mi jefe, porque me llama y me va a exigir. Y si no queda convencido, no vuelve a mí».

La «Morcilla devillada» se hace, fundamentalmente, con productos de Castilla y León. Si bien, su singularidad fundamental es la cebolla horcal, procedente de la zona de las riberas del Arlanza y el Arlanzón y de pueblos del entorno de Torquemada. «Aporta a la morcilla un sabor muy particular», explica David, quien indica que un 85 por ciento del producto parte de esa planta. «Nuestra morcilla tiene escaso contenido calórico, con sólo un 3 por ciento de grasa. Es muy sano y diurético y muy recomendable para mujeres embarazadas, ya que tiene ácido fólico», expone. Si bien, también elabora morcilla sin sangre, lo que se ha convertido en un reclamo para todos aquellos que no consumen carne -o sangre- de cerdo.

El secreto del éxito

David lo tiene claro: «las cosas, además de estar buenas, tienen que parecerlo», por ello uno de sus propósitos es ligar modernidad y tradición. En el primer aspecto, cabe señalar que a través de su página web y su whatsapp aceptan pedidos, mientras que en el segundo, hay que reseñar que el sabor es una seña de identidad ancestral en la compañía que ha sabido suplir ventas con más clientes. «Hemos dado una vuelta a un producto que tiene hasta feo el nombre», ironiza.

De cerca

David Ramos representa la sexta generación de unos artesanos alimentarios que venden morcilla desde hace casi dos siglos. Para ser exactos, desde 1829. De su padre, habla maravillas. A su abuela, Guadalupe, la define como «alma mater» de la actual empresa. David, que tiene 35 años, se formó en la Universidad de León, donde cursó Biología y Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Su modelo de éxito le llevará, en apenas un mes, a las que fueron sus aulas para mostrar cómo trabaja y cómo es posible emprender, pese a las dificultades, en el sector primario. Si bien, las mieles llegan por el esfuerzo. Así lo expresa él: «he llegado a trabajar muchos días hasta 20 horas seguidas»