Castilla y León

Un 'ángel' protector en Peñafiel

La niña Carla García-Arroba le quitará el luto a la Virgen y pedirá que vele por la salud de su hermano

Simpática imagen de la familia García-Arroba García (Víctor, Jennifer, Carla y Raúl) en el salón de su casa
Simpática imagen de la familia García-Arroba García (Víctor, Jennifer, Carla y Raúl) en el salón de su casalarazon

Los peñafielenses apuran ya una Semana Santa pasada por agua en un momento histórico para el municipio, que celebra sus mil años de historia desde su fundación.

Más de dos mil los cofrades, de cuatro hermandades distintas (La Pasión, La Dolorosa, el Cristo de la Buena Muerte y El Nazareno), desfilan estos días por las calles de la localidad y viven con fervor la Semana de Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo compartiendo con esperanza una de las celebraciones más emblemáticas, emotivas y arraigadas en Peñafiel. Una fiesta cristiana con momentos muy especiales como la procesión de La Borriquilla y posterior lectura del pregón el Domingo de Ramos, el Besapié, el Descendimiento de la Cruz, el Encuentro de la Virgen con su hijo, y, sobre todo, la Bajada del Ángel durante el Domingo de Resurrección. Y la de este año será muy especial. La niña Carla García-Arroba García, de siete años y perteneciente a la Hermandad del Santo Cristo de la Buena Muerte, será la encargada de hacer de ángel y revelar a Nuestra Señora que su hijo Jesús ha resucitado. Pero también hará otra cosa: de ángel de la guarda. Ya que pedirá a la Virgen que vele por la salud de su hermano Víctor, de tres años, que pronto tendrá que pasar por el quirófano para operarse de una cardiopatía en el corazón. Y se lo dirá bien dicho a la Virgen, «porque quiero que todo salga bien», asegura Carla. Será un día emotivo para esta niña, que estudia segundo de Primaria en el Colegio público 'La Villa' de Peñafiel, y se prepara para ese momento jugando en casa con un arnés. Pero también lo será para sus padres, Raúl y Jennifer, que viven con ilusión y muy esperanzados estos instantes. Carla es una niña simpática y habladora, muy aplicada en el colegio, y a la que la encanta jugar con su hermano, andar en bicicleta y la música. Toca el clarinete y le gustaría aprender a manejar también el tambor, como su padre, que lo hace en la Banda de Música de la Cofradía, que procesiona una de las imágenes más antiguas de Castilla y León: el Cristo de la Buena Muerte, un crucificado con más de siete siglos de historia. Pero Carla aún no toca el tambor porque es muy pequeña, aunque tiene claro que lo hará en cuanto pueda. Tiene unas ganas enormes de que llegue este domingo y disfrutar de ese momento tan especial que ha querido hacer siempre desde que lo vio por primera vez. El año pasado lo vivió en primera fila porque quería verlo bien de cerca y aprender.

Una representación singular

La Bajada del Ángel es una representación cuyos orígenes pueden estar en los autos sacramentales medievales, aunque los documentos más antiguos que existen datan de 1799 pese a que se podría retrotraer incluso hasta el siglo XVI. La fiesta se lleva a cabo en la medieval plaza del coso, con el castillo en lo alto abrazando a peñafielenses y turistas. Recrea el instante en que un niño o niña, vestido de ángel, desciende de los cielos para revelar a la Virgen María la Resurrección de su hijo Jesús. En la plaza se colocan dos torreones de madera de cinco metros de altura y la imagen de la Virgen con un pañuelo negro de luto que la cubre entre ambos. De uno de ellos, y mediante un sistema de poleas, sale un globo que se mueve hasta situarse justo encima de la Virgen. De dicho globo sale el ángel, con pelo rubio y vestido de blanco que suelta unas palomas y le quita el luto a la Virgen ascendiendo nuevamente a los cielos mientras agita pies y manos ante el aplauso del numeroso público que acude. La celebración finaliza con la procesión de regreso hasta la iglesia de San Miguel de Reoyo donde se produce el encuentro de Madre e Hijo.