El desafío independentista
Atacar al Estado injusto
Las manifestaciones de Quim Torra son, con frecuencia, impactantes, y en esto existe una diferencia esencial con Carles Puigdemont: Puigdemont es puesta en escena y Torra fuerza expresiva.
Las manifestaciones de Quim Torra son, con frecuencia, impactantes, y en esto existe una diferencia esencial con Carles Puigdemont: Puigdemont es puesta en escena y Torra fuerza expresiva.
Las manifestaciones de Quim Torra son, con frecuencia, impactantes, y en esto existe una diferencia esencial con Carles Puigdemont: Puigdemont es puesta en escena y Torra fuerza expresiva. Por esa razón, sus declaraciones de los últimos días (“Vamos a atacar a este Estado español injusto”), me han conmocionado: por una parte, porque parten de la afirmación de que el Estado español no sólo es “antiguo” o “autoritario”, como había afirmado hace unas semanas en una carta abierta inusualmente repleta de tópicos no acostumbrados en el independentismo; por otro, porque llaman al derecho a la resistencia frente a la injusticia. Esto me ha llevado a releer un conocido artículo de Gustav Radbruch, que se ha conocido siempre en castellano como “Injusto legal y derecho supralegal” y cuyas tesis han sido debatidas incluso en tiempos relativamente recientes, en las sentencias sobre los “disparos en el muro” de Berlín. Radbruch, penalista, filósofo del derecho, y antiguo ministro socialista en la República de Weimar, publicó este artículo en 1946, al finalizar la guerra y tras su obligado exilio. En su texto intentaba indicar qué Derecho promulgado podía ser considerado radicalmente injusto: “donde no puede aspirarse a la justicia; donde la igualdad, que constituye el núcleo de la justicia, se negase para el establecimiento del derecho positivo, la ley no es sólo derecho incorrecto, sino que más bien carece de la naturaleza de Derecho”. La clamorosa vulneración de la igualdad es, para Radbruch, la llamada de atención del Derecho injusto -del orden jurídico de un Estado injusto- y señala un ejemplo: el tratamiento desigual de dos sujetos que cometen un mismo hecho delictivo y son tratados de distinta forma si este hecho estaba impulsado por un móvil patriótico en el sentido en que era entendido por el nacionalsocialismo. “Carecen del carácter de Derecho todas las leyes que trataban a personas como infra-personas y les negaban sus derechos humanos”.
El ejemplo del móvil “patriótico” en el delito es evidente, y sólo por acudir a casos recientes: la quema de retratos del Rey se valora como expresión de una actitud democrática, mientras la retirada de lazos amarillos se entiende como una conducta intolerante; el acorralamiento amenazante de guardias civiles o policías es muestra de “pulcritud y civismo ejemplar”, mientras que manifestarse frente al independentismo es en sí una “agresión fascista”. Y algo más allá: ¿qué leyes pretende un mandatario que denomina a algunas personas “bestias con forma humana” y a las que reprocha un “bache genético”? A Torra le falta explicar por qué es el Estado español injusto; pero le falta explicar qué quiere hacer en su futuro imaginario con quienes no pensamos como él. En cualquier modo, la diferencia de tratamiento de unos y otros hechos, o las expresiones que se utilizan frente al adversario político muestran la ideología, y la ideología de Quim Torra no es -no puede ser- fundamento de un Derecho justo.
En sus declaraciones, Torra afirmaba que iba a “atacar” a ese Estado español injusto, y esto me permite volver a Radbruch, porque a él se ha vinculado muchas veces el derecho de resistencia, al que tal vez hubiera querido aludir. El art. 20 de la Ley Fundamental de Bonn, después de definir a la República Federal de Alemania como un estado social y democrático de derecho, y de indicar sus características fundamentales -por cierto: también el sometimiento a la ley de los poderes públicos- señala: “todos los alemanes tienen el derecho de resistencia frente a quien intenta eliminar este orden, siempre que no sea posible evitarlo por otros medios”. De nuevo pienso en qué respuesta daría Torra a las preguntas esenciales que surgen de aquí: “Quién intenta subvertir el orden constitucional? ¿Quién no se ha sometido a la ley y al derecho? Una respuesta sincera debería, al menos, poner en duda que quien de forma flagrante infringe la ley y no se somete al derecho, que es quien intenta subvertir el orden constitucional, no es quien resiste, sino aquél frente al que puede ejercitarse el derecho de resistencia.
La afirmación de que se “va a atacar al Estado injusto” es una frivolidad política, pero es la muestra de una gran ignorancia jurídica. Parece obvio que, al menos, se les pueda decir a quienes la exhiben.
Carlos Pérez del Valle
* Catedrático de Derecho penal y Decano de la Facultad de Derecho. Universidad San Pablo CEU
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