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Cantar es un acto de amor

De Madonna a Whitney Houston, pasando por Beyoncé o The Righteous Brothers: las canciones de amor pueden ser un arma de doble filo

La identificación con las canciones de amor puede llegar a tener efectos muy perversos
La identificación con las canciones de amor puede llegar a tener efectos muy perversoslarazon

De Madonna a Whitney Houston, pasando por Beyoncé o The Righteous Brothers: las canciones de amor pueden ser un arma de doble filo.

Las comedias románticas abusan del gag del hombre o mujer en crisis amorosa que enciende la radio y, en todas las emisoras, escucha canciones que parecen describir su estado de ánimo. Cambiará, pero saldrá otra canción que dirá lo mismo, sólo que de otra manera. El gag es gracioso precisamente porque existe esa tendencia a creer que las canciones de amor hablan de uno. ¿Y si no hablan de uno? Entonces el peligro está en que se crea que eso no es amor.

No es ningún descubrimiento asombroso que las canciones de amor tienen el poder de describir emociones con las que cualquiera se puede identificar. Una joven de 18 años escucha «I will always love you», de Whitney Houston, cuando acaba de dejar a su pareja, pero todavía la quiere, y piensa «Oh, dios», porque parece como si Dolly Parton pensara en ella cuando la escribió. ¿Lo hizo? No, es improbable, Parton no la conoce y tampoco conoce a las demás jóvenes que sentirán que esa canción parece haberse escrito para ellas.

Según los últimos estudios de la Universidad de Alberta, (UA) la identificación con las canciones de amor puede llegar a tener efectos muy perversos. «Todos tenemos una idea de lo que es el amor o de lo que podría ser y reconforta que sea recogida por la cultura popular. La música es un vehículo importante para relacionarse con los demás», comenta el profesor del departamento musical de la UA, Brian Fauteux. El problema es cuando este vínculo se subvierte. La identificicación no sólo se encuentra, sino que se busca, y no sólo se busca, sino que se ansía, hasta que se llega a una lógica en la que ya no se reconoce amor alguno si no reproduce los códigos que refleja la canción.

Hay muchos ejemplos que, llevados al absurdo, visibilizan mejor el problema. Cuando Carole King canta «I feel the earth move under my feet», es decir, cuando canta que ella siente cómo tiembla la tierra cada vez que ve a su amante, esa sensación, si no se repite en el oyente cuando ve a su amante, puede llegar a hacerla perder el interés por esa persona.

Esta respuesta inconsciente no es nueva. Se ha culpado a los cuentos de hagas, a las películas Disney, a las novelas románticas, a la cultura pop en general de simplificar e infantilizar a la sociedad hasta coartar su buena adaptación a la realidad. La cultura pop se basa en la autoafirmación, en exaltar los valores acetados, el yo soy así y asi seguiré. Las canciones de amor se basan, precisamente, en yo amo así y así seguiré amando, lo que es un horror. Siempre se puede amar más.

Las emociones, por muy mágicas, románticas, esenciales o lo que se quiera que sean, sólo son eso, lo que queremos que sean. Las emociones son efectos nerviosos dramatizados y, por tanto, son fácilmente manipulables. Las canciones de amor saben dramatizar como nadie dichas emociones, ya sean el deseo, los celos, la desesperación, el frenesí, el ansia,etc. Si Beyoncé canta «Crazy in love» y dice a sus fans que «tu amor me tiene loco ahora mismo como nadie más puede» pues sus fans, si no tienen ese amor que les vuelve locos, creerán que eso no es amor.

El amor, sin embargo, no es una emoción, así que no se puede manipular. El amor es una acción, un atrevimiento, una conquista, pero las canciones de amor, epítomes de la cultura pop, prefieren obviar y quedarse en la manipulación de emociones. La empatía y la identificación son una de las bases de la cultura pop. «¡Soy yo, también soy yo, somos juntos!». En el libro «Canciones de amor. La historia jamás contada» (Editorial Turner), Ted Gioia explica la antropología de la canción de amor, y demuestran que, si una canción no habla de amor y, sobre todo, no provoca amar, es que no sabe de lo que habla. «La canción de amor une a la gente a un nivel íntimo, pero lo que asombra es la diversidad de sus usos», apunta Gioia para demostrar que las canciones no se basan en la identificación, sino en la exaltación. Así que, ya lo sabe, cuando encienda la radio y oiga una canción de amor, sino ama más, apáguela.