Literatura

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Concha Méndez llenaba el momento

Dos libros recuperan la obra de una las poetas más destacadas de la Generación del 27

Una imagen de Concha Méndez acompañada de su marido el poeta Manuel Altolaguirre y su hija Paloma en el México de los años cuarenta
Una imagen de Concha Méndez acompañada de su marido el poeta Manuel Altolaguirre y su hija Paloma en el México de los años cuarentalarazon

Dos libros recuperan la obra de una las poetas más destacadas de la Generación del 27

La casualidad ha hecho que coincidan en las librerías dos novedades literarias de Concha Méndez, una de las más agudas e inteligentes voces de esa generación literaria que se llamó del 27. «Surtidor» (Cuadernos del Vigía) y «Poemas elegidos» (Somos Libro) son magníficas aproximaciones a la palabra poética de una escritora que se aproximó al surrealismo, además de ser editora de algunos de los más importantes autores de su tiempo en compañía y taller de su esposo Manuel Altolaguirre.

María Zambrano, alguien que la conoció muy bien, decía que Concha Méndez era «un nombre de los que llenan el momento que se está viviendo, de los que se conocen antes de haber visto, antes de que con su pareja extraordinaria, Manuel Altolaguirre –de quien ella hizo Manolito y él a ella Conchita– subiera las escaleras de aquel templo, de una iglesia del centro de Madrid, cogida del brazo de él». Sí, aquellos que estuvieron con ella guardaron siempre un recuerdo inolvidable en el que se fundía la simpatía y la calidez de la persona con la indudable calidad de su verso, probablemente no tan reconocida. No ha sido hasta los últimos años cuando se ha impulsado el mejor conocimiento de esta escritora. Los dos nuevos libros aportan mucha luz para el lector, no solamente sus lectores habituales sino aquellos que conocen parcialmente a la Generación del 27.

«Surtidor», con prólogo de Nieves Muriel, es el rescate de uno de los primeros títulos de la autora. Aparecido en 1928, en él podemos encontrar ecos de lo que por aquel entonces se entendía como la modernidad para aquel grupo formado por aquellos jóvenes poetas. Hay también, como bien señala Muriel, «un milagro de intuición femenina», al incluir en sus poemas a nadadoras, bailaoras, deportistas, viajeras y aventureras. De la mano de ella llegan también las vanguardias, los nuevos aires literarios procedentes de un París en el que brilla el movimiento ideado por André Breton. En «Surtidor», obra con un título tan lorquiano, también se nos aparece la influencia por Antonio Machado, como pasa en el poema titulado «Era un día»: «Era un día que unos vientos/ llevaban una emoción./ Y yo la sentí quedarse/ temblando en mi corazón».

Por su parte, en «Poemas elegidos» se nos invita a viajar por una selección de las mejores composiciones de Méndez. Bajo el cuidado de Lidia Penelo, el volumen contiene un sentido prólogo de Elvira Lindo. Esta última reconoce su fascinación por una escritora «valerosa» y su deuda con ella. «Lo le que debo a esta poeta son poemas como estos que aquí se publican, como algunos que guardo ya en la memoria porque parece que brotan de los ritmos populares y cuentan y cantan algo que me interpele y me pertenece: “Tan sola no me has dejado/ que estoy conmigo y me basta/ –igual que siempre lo he estado...”».

Una de las virtudes de la edición de Somos Libros es la inclusión de algunos manuscritos de la autora. De esta manera podemos conocer de primera mano cómo era el taller de la escritora, sus dudas ante el página en blanco, la reelaboración de los versos. En esta visita al archivo de la poeta, sorprende un poema formado por una serie de cuartetos convertidos en carta a su hija. Eran los años 70 y Concha Méndez seguía trabajando «con las esperanzas puestas/ en un porvenir que espero».

Dos colecciones en las que regresan las grandes escritoras de todos los tiempos

Tanto Somos Libros como la colección La Mitad Ignorada de Cuadernos del Vigía comparten el objetivo de recuperar a algunas de las mejores escritoras de todos los tiempos. El primero, además de Concha Méndez (arriba, en la imagen) ya ha publicado la poesía de la excelente Marceline Desbordes-Valmore y programa para incluir en su catálogo las de Antonia Pozzi y Zinaida Gippius. Por su parte, La Mitad Ignorada se centra en las mujeres del 27, las llamadas sin sombrero, o alrededor de ese grupo. Junto con Méndez, ya se han publicado textos de nombres como Carmen de Burgos, Elisabeth Mulder y Carmen Conde. Dos colecciones necesarias y que dan nueva vida a voces que no merecen estar apagadas.