Barcelona

Desmontando el «Guernica»

El pintor Julián García Hernández reinterpreta el óleo en una exposición.

Una de las versiones que García Hernández ha realizado de la pintura picassiana.
Una de las versiones que García Hernández ha realizado de la pintura picassiana.larazon

El pintor Julián García Hernández reinterpreta el óleo en una exposición.

No sería exagerado decir que el «Guernica» de Pablo Picasso es el cuadro de cuadros, la pintura que define buena parte del arte del siglo XX. Enfrentarse a él es intentar hablar cara a cara con un gigante y eso puede acabar siendo un problema. El artista Julián García Hernández se impuso ese reto y decidió aproximarse a la gran tela. El resultado es una exposición titulada «¡Todos al Salón!» y que hasta el próximo 13 de octubre puede verse en el Pol & Grace Hotel de Barcelona.

Son una serie de piezas en las que García Hernández dibuja y redibuja la obra, además de modelarla a la manera de un «collage», un largo camino que le ha supuesto el detenerse en cada uno de los detalles y personajes que Picasso incorporó en su cuadro. Cuando se le pregunta el por qué esta obra de Picasso, recuerda, en declaraciones a este diario, que «es un cuadro que para muchas generaciones fue una referencia. Recuerdo haberlo visto por primera vez en una reproducción que tenía mi abuelo en Zamora. Luego, siendo un niño de 11 años, lo pude contemplar en el Casón del Buen Retiro».

Desde ese momento tuvo lugar «una primera seducción» ante el trabajo picassiano. «Me pareció un gigante», apunta. Y en eso ha existido siempre el deseo no materializado de tocarlo, de poder pasar la mano sobre él, aunque sospecha que «si lo tocase, no volvería a dibujarlo. El redibujarlo no deja de ser como una especie de consuelo».

En las obras que ha realizado, Julián García Hernández ha recreado el toro, el caballo agonizante, la mujer que ilumina la escena con una antorcha, la madre que llora mientras lleva en sus brazos el cadáver del niño muerto... El drama, en definitiva, basado en el bombardeo que la aviación alemana realizó en la población vasca durante la Guerra Civil.

«Creo que las líneas con las que he dibujado el “Guernica” (rectas, finas, analíticas), son la representación racional de una pintura que permanece ajena a la olla de opiniones, debates, críticas, etc., etc., que a sus pies a generado el ser humano», comenta el artista quien también ha querido referirse en esta serie a la mirada más comercial y frívola que impera en el mundo del arte. Porque vivimos en la época del «selfie», en la que los turistas hacen cola para ver un cuadro y tratar de fotografiarse con él, especialmente con «La Gioconda» que sufre tantos visitantes en el Louvre. «La gente quiere constatar que ha estado ante el icono. Por eso, no les importa hacer tres o cuatro horas de cola, sobre todo en esas exposiciones temporales en las que se anuncia que se presenta un cuadro que nunca más viajará, que nos visita de manera especial. Es la necesidad de no perdérselo y todo porque es porque existe un canon que dice que te tiene que gustar», apunta García Hernández.

«Guernica» tiene también, para las nuevas generaciones, el problema de valorarlo, de situarlo en el contexto actual. Y su vida no ha sido nada fácil, desde que Picasso lo pintó en 1937. «El cuadro nació como un niño rico. No ha habido distancia suficiente para poder juzgarlo desde que fue concluido», afirma, añadiendo que «con la depredación cultural perdemos algo que debería ser esencial».

García Hernández ha redibujado cinco veces la tela picassiana y eso, como él mismo dice, «me ha acercado a la genialidad de Picasso. He podido comprobar la facilidad que tenía, por ejemplo, para los contornos. Es increíble que pudiera ventilarse todo el cuadro en un mes y como convierte las correcciones que vemos en “Guernica” en algo natural. Por eso, en algunos elementos de la pintura nos topamos con la mesa de trabajo y con el trabajo final de Picasso».

El pintor también ha querido reivindicar sus orígenes porque «nadie empieza de la nada. Hay pintores que quieren demostrar que no vienen de ninguna parte. A mí me parece que es muy sano que se vea de dónde vienes. Pensar e inventar algo que no se ha probado es difícil». Y todo ello gracias a un lienzo que, como admite, «no es mi cuadro fetiche. Pero es que es algo que no eliges. Es pura seducción. Antes de ser pintor, eres espectador de pintura. El redibujar es muy interesante porque hay muchos pintores que tienen miedo que se descubra quién es el padre». Picasso es uno de esos padres que tiene en García Hernández un buen hijo.

Dónde: Pol & Grace Hotel. Guillem Tell, 49.

Cuándo: Hasta el 13 de octubre.