El desafío independentista

Duran irá al grupo mixto si no hay acuerdo con Mas

El líder de Unió recibió el apoyo de Merkel el día en que los díscolos dimitían tras una convulsa reunión interna

El hasta ahora conseller Ramon Espadaler, durante su intervención en el consejo nacional de Unió Democràtica de Catalunya
El hasta ahora conseller Ramon Espadaler, durante su intervención en el consejo nacional de Unió Democràtica de Catalunyalarazon

Momentos convulsos tras la ruptura de la Federación de CIU. El socio democristiano, Unió Democrática de Cataluña, ha vivido este fin de semana con un doble rasero importante: el apoyo de la propia canciller alemana, Ángela Merkel, y la salida anunciada de dirigentes del sector crítico, claramente aliados con las tesis soberanistas de Artur Mas. Entre ellos, el anterior presidente del Parlament de Cataluña, Joan Rigol, y quien ocupa ahora este cargo, Nuria de Guispert. En la cúpula de Unió el análisis ante estas dos deserciones en bien diferente. Mientras a Rigol, un histórico del partido democristiano y presidente de la Comisión del Pacto a Decidir, se le muestra respeto, «ya se veía venir», aducen, las críticas son enormes hacia de Guispert. Una mujer sin ninguna experiencia política, que debe todo a Duran Lleida y a quien en la cúpula del partido no dudan en calificar de «arribista y traidora».

El pasado viernes fue un día intenso para Josep Antoni Duran Lleida. Con dos llamadas de alto calado. La primera, del director de la poderosa Fundación alemana Konrad Adenauer para España y Portugal, auténtica matriz de la CDU germana, Thomas B. Stheling. Lo hizo en nombre la propia canciller Ángela Mekel, que mantiene una estupenda relación personal con Duran, y le avisó de un inminente comunicado en el que elogiaba la posición de Unió frente a las veleidades independentistas de Artur Mas. «Esto no cabe en Europa», le reiteró el dirigente democristiano alemán, uno de los hombres de confianza de Merkel. También le mostró su apoyo por la defensa de intereses europeístas y le transmitió una invitación personal de la canciller para verse en Berlín. Todo un respaldo de cara al Consejo Nacional del partido, en el que el sector crítico se alineó claramente con las tesis soberanistas de Artur Mas y los «halcones» de Convergencia.

Finalmente se produjo la segunda llamada. Y fue por iniciativa de Artur Mas. En la mañana del viernes, el presidente de la Generalitat telefoneó a Josep Antonio Duran Lleida y le propuso una cita por la tarde. El líder de Unió Democrática acudió y ambos mantuvieron una reunión cordial. «Como dos amigos que se despiden y se desean suerte», según fuentes de los partidos integrados hasta ahora en la Federación de CIU. Treinta y siete años de vida política en común, saltada por los aires tras la intransigencia y ultimátum de Convergencia. Mas le comunicó a Duran su intención irrenunciable de articular una lista de presidenta hacia la independencia, y éste le reprochó las formas con que los convergentes han conducido la ruptura. Fue el adiós oficial, rubricado con una contundente frase : «Cada uno por su lado».

Ese mismo día por la noche, Duran convocó en una cena a su «núcleo duro». Allí estaban, entre otros, el secretario general y ex conseller de Interior, Ramón Espadaler, junto a su mano derecha de tantos años, el veterano diputado Josep Sánchez-Llibre, y la también parlamentaria y portavoz de Unió, Montse Surroca. También el ex consejero de Agricultura Josep María Pelegrí, llamado a nuevas misiones en el partido. A Duran se le vio decepcionado, pero muy tranquilo. Incluso con «una sensación de alivio», según algunos presentes en el encuentro. Analizaron la nueva situación, que pasa por ir en solitario a las elecciones catalanas del 27 de septiembre y, después, a las generales. El líder socialcristiano esbozó su estrategia tras la consulta en el seno del partido: «Hemos de enfriar el debate interno y no tirar la toalla». El camino político de un partido centenario cambia pero no desaparece.

En el entorno de Duran tienen claro que, en estos momentos tan complicados, «hacer quinielas políticas es imposible». No obstante, hay una hoja de ruta definida. Concurrir en solitario a los comicios y rechazar un congreso extraordinario, tal como pide el sector crítico independentista. «No soy partidario de hacer un congreso para ver quién se queda con la marca, eso sería liquidarla», afirma Duran. Los democristianos coinciden en que la apuesta de Mas por la independencia quedará fagocitada bajo ERC y que el gran triunfador es Oriol Junqueras. De hecho, el líder de Esquerra ya ha anunciado una lista propia para el 27-S con organizaciones separatistas bajo el lema «Por la república catalana». Al final, según Duran, Cataluña quedará sin independencia y fragmentada. «Un resultado letal», opina.

El otro asunto que plantea sobre la ruptura es cómo quedará el grupo parlamentario en el Congreso y Senado, sobre todo en la Cámara Baja, donde CIU ha sido un referente indiscutible a lo largo de estos años. Para los democristianos «esto un tema irrelevante», dado que solo quedan seis plenos en la Legislatura. La dirección de Convergencia ha encargado a Pere Macías y Josep maría Clerís que negocien «la separación de poderes» y todo apunta a que cada partido tenga su propio portavoz, sin necesidad de modificar el grupo, cuya denominación en las dos Cámaras no está bajo el nombre de CIU, sino de Grupo Parlamentario Catalán. Ello facilita una solución «amistosa» entre los antiguos socios, con una fórmula que visualice perfectamente la posición de ambos en discursos y posiciones legislativas. De hecho, Duran y Pere Macías ya venían funcionando así, con muchas tensiones. «Ahora será mejor y más relajado», admiten en Unió.

Los seis diputados democristianos recuerdan que Duran Lleida ha sido el único político catalán que siempre ha ganado las elecciones generales bajo las siglas de la Federación. «Algo que Miguel Roca ni ningún otro convergente lograron nunca», advierten. El poco tiempo que resta de Legislatura favorece el acuerdo,dado que el escaño es personal y Duran o los suyos pueden intervenir libremente sin la presión y ataduras de CDC. Los últimos meses han sido muy duros y llenos de tensiones entre los diez parlamentarios convergentes, sometidos a las directrices desde Barcelona de los «halcones» del partido, y los seis democristianos. Si finalmente no hay pacto, a Unió le queda la solución de irse al grupo mixto con voz y funcionamiento propio, en virtud de su número y el Reglamento del Congreso. Esto, insisten, no es un tema prioritario ni preocupante.

La estrategia de Duran pasa por aglutinar el catalanismo y defender una consulta legal pactada con el Estado. «Hay espacio», asegura. De hecho, ni el PSC ni muchos dentro de Iniciativa-EUIA son independentistas. Los democristianos van más allá y vaticinan una crisis interna dentro de Convergencia por sectores contrarios a las tesis soberanistas. En este sentido es muy significativa la reciente declaración de una histórica de CDC, María Eugenia Cuenca, contraria a la independencia. Ella fue la primera mujer consejera con Jordi Pujol y diputada duran muchos años en el Congreso. «Yo no soy independentista y la crisis en Convergencia existe», afirma la antigua dirigente y mujer fuerte del pujolismo.

Otro asunto que incide sobre la nueva aventura en solitario de Unió es el apoyo empresarial y financiero, ahora bastante derivado hacia Ciudadanos de Albert Rivera. En este aspecto, los democristianos son tajantes: «No nos van a dejar solos». Desde hace ya tiempo, tras articular la plataforma de centro Construím, Duran y su entorno llevan trabajando en ello, con grandes apoyos en sectores industriales. En estos círculos aflora ya un claro rechazo a la independencia. «Los empresarios piensan a largo plazo y entre Rivera y la solidez de Duran no existe duda», asegura uno de sus hombres fuertes, bien conectado con las cúpulas económicas. Recuerdan las sucesivas peticiones sugiriendo a Mas el diálogo con Madrid y la supresión de elecciones plebiscitarias. Todo ha sido inútil, «en saco roto», dicen destacados empresarios catalanes.

El análisis que hacen Duran y su núcleo es inequívoco. Hay espacio para reconstruir un catalanismo que defienda la soberanía de Cataluña con garantías jurídicas. Esquerra Republicana ha llevado a su terreno a Artur Mas y Convergencia, con la complicidad de las organizaciones separatistas ANC y Omnium Cultural. Su conclusión es que Mas no podrá nunca formar gobierno con Esquerra, ya que los republicanos lo harán con las fuerzas de izquierda y jamás con CDC, tal como sucedió en la etapa del tripartito. Las actuales encuestas otorgan a Mas una horquilla entre veinte y treinta escaños, la mitad de los actuales. Un enorme batacazo en favor de ERC, que está dando un giro social a su discurso y un acercamiento a Podemos o Iniciativa. Vaticinan que «Artur Mas está ciego y no lo ve, el 27-S será su tumba política».

Las heridas han sido fuertes y la sutura es imposible. Treinta y siete años de vida política quedan en pedazos ante el empecinamiento de Artur Mas y los suyos en su hoja de ruta por la independencia. Duran lamenta el triste final de una Federación que siempre practicó la cultura del pacto desde la transición, con extraordinarios retos en Madrid. Pero en las filas de Unió subyace un sentimiento de alivio, tras el calvario de los últimos meses con sucesivas fricciones, desencuentros entre los socios y ataques a la figura de Duran en los medios audiovisuales controlados por La Generalitat. Insisten en que lo intentaron, pero la actitud de CDC ha sido intransigente, inamovible, sin margen de maniobra para la negociación. Como en un matrimonio, dos no se arreglan si uno no quiere. El divorcio se ha consumado y como se dijeron Mas y Duran en su despedida: Ahora, cada uno por su lado y a probar suerte.