Literatura

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El cuadro del «boom» literario

El Restaurante Giorgio de Calafell reúne en un cuadro a Vargas Llosa, García Márquez, Barral, Marsé y Balcells.

Malcolm Otero Barral y Giorgio Serafini, el pasado viernes, con el cuadro literario como fondo.
Malcolm Otero Barral y Giorgio Serafini, el pasado viernes, con el cuadro literario como fondo.larazon

El Restaurante Giorgio de Calafell reúne en un cuadro a Vargas Llosa, García Márquez, Barral, Marsé y Balcells.

«Sí, claro que es él. Está muy bien hecho». Esas palabras las decía entusiasmado esta semana el editor Malcolm Otero Barral cuando contemplaba el retrato de su abuelo Carlos Barral dentro del gran cuadro en el que desde hace un año se está trabajando en el Restaurante Giorgio de Calafell. La tela, de 3 por 2 metros, recoge a algunos de los nombres de letras que han pasado por este establecimiento dirigido por Giorgio Serafini, impulsor de éste y muchos otros proyectos que tratan de entrelazar pintura, literatura y gastronomía.

En esta ocasión siete artistas se enfrentan al reto de retratar en esta obra coral a siete personalidades literarias. Son Ricardo Muñoz Suay por Jordi Artigas, Gabriel García Márquez por José Luis Fuentetaca, Mario Vargas Llosa por Emilia Castañeda, Carmen Balcells por Jordi Rollán, Carlos Barral por Lluís Ribas, Juan Marsé por Adolfo Rua y Josep Maria Castellet por Xavier Solà. Todo ello se pinta en la terraza de este restaurante situado en la calle Àngel Guimerà de Calafell, el mismo espacio por el que han pasado los protagonistas de la renovación en la narrativa española y latinoamericana en la segunda mitad del siglo pasado, el llamado «boom».

«El cuadro está prácticamente acabado en un 90 por ciento. Quedan algunos pequeños detalles, pero está listo. Llevamos un años con este proyecto y nos encontramos en la recta final», explicó Giorgio Serafini el pasado viernes a este diario. Junto al cuadro se amontonan los pinceles, las cajas de colores mientras la paleta desprende aroma a pintura fresca. Es la misma que los artistas volverán a usar estos días para concluir la labor. En otra mesa se mezclan bocetos con los retratados, los estudios en los que se adivina la imagen de Gabo mientras escribe, de Barral con aire marinero o a una Balcells que parece vigilante de toda la situación que se está desarrollando en el óleo.

Pero la obra no se está realizando para decorar las paredes del restaurante italiano de Calafell. Su destino será, en recuerdo a García Márquez, Cartagena de Indias (Colombia), el próximo mes de enero, durante la celebración del Hay Festival, una operación que cuenta con la complicidad de la Embajada de España en Colombia.

Todo ello sirve para rememorar a aquellos que han pasado por Giorgio, que han convertido este restaurante en punto de encuentro artístico y literario. En sus paredes cuelgan los recuerdos gráficos de esas presencias, como cuando Vargas Llosa «condecoró» con las tres estrellas de la Guía Michelin «después de un almuerzo sobresaliente» a Giorgio. O cuando Barral pasaba por aquí y, según el restaurador, «me hablaba en latín o en un italiano muy culto, propio de un gran intelectual». Pero las debilidades literarias de este promotor de iniciativas culturales son Marsé y García Márquez.

«Marsé sigue viniendo por aquí y Adolfo Rua ha podido visitarlo para realizar los estudios para su retrato. García Márquez siempre fue un buen amigo y aquí presentamos la primera edición italiana de “Cien años de soledad”», recuerda Giorgio.

Este italiano inquieto y con ganas de hacer cosas no para. Ya tiene en mente otro proyecto artístico con el que quiere apoyar al Clínic de Barcelona para poder adquirir maquinaria para la lucha contra el cáncer de pulmón. Lo dice el hombre que llevó material escolar a Cuba o ejemplares de la obra de Marsé a la Biblioteca Nacional José Martí en La Habana.