Cataluña
El Govern esconde sus cartas para no irritar a la CUP
Evita clarificar el desenlace del «procés», aunque prefiere elecciones.
Evita clarificar el desenlace del «procés», aunque prefiere elecciones.
El Govern marcó al principio de la legislatura un grandilocuente objetivo: dejar a Cataluña «a las puertas de la independencia». El día a día, sin embargo, tiene necesidades menos deslumbrantes, ya que el gran objetivo es gobernar con apoyos. Nada es tan crucial para el Govern de Junts pel Sí como mantener su frágil alianza con la CUP, la única formación dispuesta a respaldar al gabinete de Carles Puigdemont. De ahí que el Govern se ande con pies de plomo cada vez que se le pregunta por el desenlace del proceso soberanista. La CUP subraya desde hace tiempo que la única manera de culminarlo es mediante vías unilaterales y mediante la desobediencia. El Govern no piensa lo mismo, pero evita decirlo en público.
«El Govern tiene un compromiso inequívoco con la culminación de un proceso que comenzó en las urnas y culminará en las urnas dentro del plazo previsto», afirmó ayer la portavoz de la Generalitat, Neus Munté, cuando se le preguntó por el mecanismo que prevé para rubricar el «procés». ¿Referéndum unilateral de independencia o elecciones constituyentes? Munté evitó dar una respuesta clara, aunque tampoco pudo disimular que la opción de las elecciones se ve con mejores ojos en el Govern, ya que «las garantías» de la votación son «el elemento más importante».
En privado, fuentes gubernamentales hablan sin pudor sobre las inconveniencias de un referéndum unilateral que, ineviblamente, sería impugnado ante el Tribunal Constitucional. En consecuencia, la votación se convertiría, en el mejor de los casos, en un remedo del simulacro de consulta del 9-N y, por tanto, sería inverosímil obtener la validación de la misma a ojos de la comunidad internacional.
Aunque la jugada que trama el Govern está clara, prefiere guardar sus cartas. De cara a la galería insistirá en pedir a Madrid un referéndum de autodeterminación legal y acordado. Sabe perfectamente que esta posibilidad es remota, pero apuesta por mantener este relato. La CUP, por su parte, trata de conservar la paciencia, al menos durante unas semanas porque no quiere que el proceso descarrile antes de tiempo y porque, al fin y al cabo, la hora de la verdad, la hora de los hechos consumados se acerca.
«Si hay alguien que considera que puede ser conveniente un último gesto, un último llamamiento al Gobierno y a las estructuras de Estado para que den el referéndum, les esperaremos en el andén y, cuando vuelvan con las manos vacías, continuaremos con el camino a la independencia», dijo ayer el diputado de la CUP Benet Salellas.
Nadie en el soberanismo se quiere precipitar en estos instantes. La obsesión, ahora, es controlar los tiempos.
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