Teatro

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El Liceo pone marco a las amistades peligrosas

Àlex Ollé dirige una espectacular puesta en escena de «Quartett», ópera de Luca Francesconi basada en la obra de Heiner Müller

Imagen de la espectacular puesta en escena del montaje
Imagen de la espectacular puesta en escena del montajelarazon

Àlex Ollé dirige una espectacular puesta en escena de «Quartett», ópera de Luca Francesconi basada en la obra de Heiner Müller.

Unos 600 cables de tres milímetros sostienen suspendido unos metros en el aire un rectángulo de dos toneladas de peso que representa la habitación de un domicilio. Dentro, dos cantantes interpretan a una aburrida pareja de la alta burguesía tan aislada en sus propios problemas que, como juego, buscarán formas de jugar con los sentimientos de las personas que tienen cerca. Alrededor de esta caja de desolación, aparece una pantalla donde se proyectan los deseos, los sueños y las pesadillas de estos dos monstruos modernos. Esto es, en pocos rasgos, «Quartett», espectacular puesta en escena de la nueva ópera de Luca Francescon i, basada en la obra de Heiner Müller, a su vez inspirada en la célebre «Las amistades peligrosas», de Pierre Choderlos Laclos.

Esta ópera contemporánea, producida por La Scala de Milán, cuanta con Àlex Ollé, miembro de La Fura dels Baus, como responsable de la puesta en escena, con Alfons Flores firmando la espectacular escenografía. Junto a ellos, los cantantes Robin Adams y Allison Cook, que doblan personajes, incluso se los intercambian, para contar la historia del conde Valmont y la marquesa de Merteuil y sus víctimas, la inocente Volanges y la triste y religiosa Madame de Tourvel. «La obra es una reflexión sobre una sociedad occidental decadente, centrada en una pareja que vive de espaldas a la realidad y que por cansancio y aburrimiento empiezan una especie de relación canibal, devorándose unos a otros», señala Ollé.

En 1988, Stephen Frears adaptaba a la gran pantalla la obra de Laclos, con Glenn Close como Merteuil y John Malkovich como Valmont. Aquí, a partir de la deconstrucción del texto que hizo Müller en 1982, la perversión de los personajes se recrudece todavía más y lo sentimientos que provocan se subliman al máximo. «Los sentimientos que provoca la obra son tan extremos que hace que yo, que soy un barítono, tenga que sobrepasar mi registro y cantar a veces como si fuera un tenor wagneriano. Es un auténtico viaje psicológico en el que nos exponemos al máximo», comenta Adams.

La obra se estrenó en 2011 en Milán y desde entonces Adams y Cook han repescado sus papeles en Viena, Lille, Amsterdam, Lisboa y Buenos Aires, encontrando mayor profundidad y más detalles en la obra en cada ocasión. «Una obra multimedia como ésta es el futuro. Los jóvenes, en la era digital, demandan espectáculos con múltiples estímulos como éste. Aquí encuentran en seguida grandes efectos visuales, drama, y sonido», cuenta Cook.

El sonido, es cierto, también tiene su protagonismo, porque la voz de los cantantes a veces pasa por filtros distorsionadores e incluso han grabaciones de una segunda orquesta que se superponen a la original, aquí dirigida por Peter Rundel, dando una sensación envolvente e inmersiva al público. «Esta obra demuestra que la ópera está viva, que hay compositores muy potentes y dinámico», asegura Christina Scheppelmann, directora artística del Liceo.