Barcelona
«El mercado eléctrico necesita una auditoría a fondo»
Entrevista a Marc Rosselló, presidente de la cooperativa Som Energia
En 2010, un grupo de personas fundaron la primera cooperativa de energía renovable emulando a otros países europeos. Se trataba del primer proyecto de estas características en España. Por entonces eran 150 socios. A día de hoy, con los crecientes vaivenes del mercado eléctrico, ya son 12.000.
–¿En qué consiste vuestro modelo de negocio?
–Tiene dos patas: comercialización y generación de energía. Pero con una particularidad. Es un proyecto autofinanciado gracias a los 100 euros que aporta cada socio y a otras modalidades de inversión. Conseguimos recoger 3,5 millones en ocho meses y lo invertimos en construir ocho plantas fotovoltaicas y una planta de biomasa. Con el objetivo, utópico por ahora, de producir todo aquello que consumimos. Este año, por ejemplo, la producción fue de un gigavatio hora, que está muy bien, pero hemos comercializado 20 aproximadamente. Por lo que el camino sigue siendo muy largo.
–¿Eso explica que sus precios sean más o menos similares a las eléctricas tradicionales?
–No exactamente. Tiene más que ver con que no estamos tan interesados en incrementar el número de socios como en que nuestros socios sean personas concienciadas. El precio de la electricidad nos cuesta lo mismo que a una comercializadora que tenga 100.000 contratos. Al final, vas al mercado y sale un precio al que hay que sumar unos impuestos y unos peajes. Nuestro objetivo iba más encaminado a que no nos supusiera un sobrecoste utilizar energía verde. Por ello, intentamos tener una estructura pequeña y ligera con la que tener pequeños márgenes por cada contratro.
–¿Están en condiciones de competir con las eléctricas tradicionales?
–Si los precios están regulados, difícilmente podremos competir. Hay algunos mecanismos que, sin embargo, en España no se permiten. Por ejemplo, hacer un contrato, como en Francia, directo entre la comercializadora y el productor de renovable. El problema es que el sistema necesita una auditoría para valorar si lo que estamos pagando es justo. Lo que aportamos para diferenciarnos es dar más información para ahorrar, favorecer el autoconsumo o para reducir la potencia contratada, aunque parezca incongruente con el hecho de ser una comercializadora. Por ejemplo, hemos establecido una colaboración con Effipeople que consiste en facilitar a los socios, además de la factura, una comparativa de usuarios parecidos a ti para que puedas mejorar tu eficiencia. Esto no lo hace ninguna compañía.
–La gente parece cada vez más preocupada por el mercado eléctrico.
–Sin duda. Nosotros recibimos directamente el cabreo de la gente. Tras la famosa subasta de diciembre, duplicamos el número de altas de socios semanal. De hecho, nuestro incremento se mantiene desde hace año y medio, lo que quiere decir que se está generando una conciencia de que podemos escoger y con el escoger podemos cambiar las cosas. A nuestro juicio, el sistema se está mostrando mal regulado y la gente se da cuenta. Y el regulador debería tomarse seriamente el asunto.
–Sin embargo, a menudo se escucha que uno de los principales problemas del mercado son las primas a las renovables.
–Es un mensaje tendencioso e interesado. Las renovables entraron en el negocio y crearon una competencia, súmale además que las tradicionales decidieron en centrales de ciclo combinado de gas natural, con lo que pusieron mucha potencia de gas en la red, en un momento que aparece crisis y cae el consumo. Tenemos más potencia de la necesaria y estas centrales tuvieron que pararse en beneficio de las nucleares porque no pueden paralizarse y de las renovables porque como sociedad decidimos que queríamos priorizarlas. Desde entonces el status quo empezó a culpar a las renovables por tener esa prioridad. Pero si hiciésemos una auditoría veríamos que gracias a las renovables ha bajado el precio de la parte de energía. De hecho hay estudios que indican que las primas ya han sido retornadas gracias a esta reducción, pero que en cambio en nuestras facturas pagamos por tener estas centrales de ciclo combinado paradas.
–Da la sensación que Som Energia está a punto de dar un paso grande.
–No lo sabemos. Se habla de ese salto exponencial, pero el crecimiento sostenido ya es más que satisfactorio para nosotros. Al fin y al cabo, es una cooperativa en la que trabajamos ocho personas. Estamos aprendiendo para estar preparados el día que llegue ese gran salto. En un año hemos duplicado el número de socios. Cuando seamos 100.000 personas el regulador tendrá que tener un poco más en cuenta a nosotros y a la energía verde. Esa es la idea, ser un actor que pueda condicionar el mercado.
–¿Cuando creéis que llegaréis a producir la energía que consumís?
–Es difícil de decir. El ritmo de los nuevos contratos crece mucho más rápido que el de nuestra capacidad para producir energía. Y más ahora. Quizás con un empujón por parte del Gobierno. Las cooperativas europeas que llevan décadas trabajando en esto están alrededor del 70 por ciento, aunque estamos convencidos de que llegaremos. La tecnología pondrá de su parte. La utopía nos ayuda a caminar.
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