Hospitales

El perro se convierte en un pilar de la atención pediátrica

Purina y Sant Joan de Déu han elaborado un informe sobre la evidencia científica en torno a los beneficios terapéuticos de las intervenciones con canes

Al margen de las intervenciones específicas, también se organizan actividades con estos perros como «Juguemos a veterinarios»
Al margen de las intervenciones específicas, también se organizan actividades con estos perros como «Juguemos a veterinarios»larazon

Purina y Sant Joan de Déu han elaborado un informe sobre la evidencia científica en torno a los beneficios terapéuticos de las intervenciones con canes.

Simba, Buba y Bamba son en apariencia simples mascotas, pero estos tres perros junto a nueve canes más, son para los pacientes y profesionales de Sant Joan de Déu una pieza clave en el tratamiento médico. Para los niños que han de acudir al centro médico por uno u otro motivo, estos perros son una motivación, una vía de escape, una fuente de relajación y seguridad, un potenciador de la autoestima, una excusa para expresar sus sentimientos y vivencias, una herramienta de sociabilización; mientras que para el personal médico estos animales se han convertido ya en una pieza más en el tratamiento y la atención al paciente.

Y es que desde que en 2010 el Hospital Sant Joan de Déu creara la Unidad de Intervenciones Asistidas con Perros, siendo el pionero en este ámbito, las acciones con canes han pasado de estar acotadas al servicio de salud mental, casi como una prueba piloto, a ser algo prácticamente generalizado en todo el centro. Estas unidades, que en el caso de Sant Joan de Déu son doce que trabajan a diario en grupos de cuatro, están siempre integradas por un perro seleccionado, socializado y adiestrado para esta tarea y su técnico, ambos procedentes del Centro de Terapias Asistidas con Canes (CTAC), un binomio indisoluble para que la intervención tenga éxito. Además, las unidades, integradas el programa Hospital Amigo, creado en 2005 que para hacer que la estancia de los pacientes sea lo más agradable posible y lo menos traumática, trabajan codo a codo con los profesionales médicos para establecer los objetivos terapéuticos a alcanzar, el modo y la manera de hacerlo en cada caso. Así por ejemplo, en el área de consultas externas la intervención se focaliza en amenizar la espera, mientras que en el servicio de odontología el objetivo es principalmente el de reducir la ansiedad y tranquilizar a los pacientes. Este es el caso por ejemplo de Eric Muñoz, un niño de 9 años que cada seis meses ha de acudir a la consulta del dentista. «Normalmente siempre viene muy angustiado y nervioso», asegura su madre, quien reconoce que gracias a la intervención de Bamba, una perrita Cavalier, y su técnico Eva, «está mucho más relajado que otras veces». Y es que durante el tiempo de espera, Eric se entretiene cepillando al animal, que ya en la consulta se echa en la camilla, sobre el pecho del crío estirado, a quien Eva pide ayuda para que Bamba esté más contenta. «Gracias a los perros, los niños se sienten acompañados, relajados y aumentan su autoestima porque se sienten capaces de hacer algo importante», señala Eva, quien apunta que, en estos casos, «el animal es una facilitador del objetivo terapéutico».

Los perros de terapia, que acuden al hospital durante unas tres horas diarias en equipos de cuatro, también intervienen en urgencias para distraer a los niños en momentos críticos; así como en las sesiones de rehabilitación, en las que motivan a los pacientes a moverse y convierten esta actividad en un juego. Las unidades de intervención caninas llegan incluso hasta los niños inmunodeprimidos, quienes permanecen largas temporadas en aislamiento, sin salir de la habitación ni poder recibir apenas visitas. En cuanto un responsable del Hospital Amic accede a la habitación del niño aislado, tableta en mano, empieza una experiencia extraordinaria para el crío, que a través del dispositivo y mediante streaming, puede interactuar con el animal, ubicado junto a su técnico en otro espacio del centro. En estos casos, la terapia canina es para estos pacientes una ventana al exterior, un contrapunto en sus rutinas diarias, una herramienta de sociabilización.

Pero al margen de las intervenciones específicas en los diferentes servicios, en Sant Joan de Déu también se organizan actividades con estos perros, como «Juguemos a veterinarios», a las que pueden acudir los niños que quieran, siempre con autorización médica, porque ante todo, como señala Nuria Serrallonga, coordinadora de Hospital Amic, «es importante que estos niños, que ya deben hacer una serie de cosas por imposición médica, puedan decidir si quieren o no interactuar con los perros» y más por cuanto, como apunta Eva, «la calve del éxito de esta intervención, más allá de que los perros han de entender el trabajo que hacen, es el vínculo de la persona con el animal». Ese vínculo es, por ejemplo, muy evidente entre Simba, que interviene junto a su técnico en la actividad de ‘Juguemos a veterinaros’, y Carla, una niña de 9 años ingresada en Sant Joan de Déu desde hace dos semanas y gran amante de los animales. La niña luce una sonrisa de oreja a oreja mientras simula estar curando al animal. Simba necesita una vía para suministrarle la medicación, como a ella misma le sucede, y hay que auscultarle para saber cómo se encuentra. «En esta actividaad los niños sociabilizan , ya que se encuentran varios a la vez compartiendo perro y ocio, a la vez que para ellos es un momento de desconexión, de diversión, de olvidarse de que están ingresados en un hospital porque están enfermos», comenta Nuria Serrallonga, quien demás apunta que «gracias a este juego, los niños expresan muchas veces lo que les está pasando a ellos o cómo se sienten a través del animal». «Carla espera siempre con ansia el momento de poder interactuar con los perros», asegura por su parte la madre de la paciente para a continuación señalar que «para ella es una rato ameno, en el que se siente importante porque hace de veterinario y está curando al perro». Además, «Carla es muy tímida y muchas veces le cuesta ser participativa, pero aquí, con ‘Juguemos a veterinarios’, es todo lo contrario, hace cosas que en su vida diaria le cuesta más hacer», revela la madre.

En la actualidad, la Terapia Asistida con Perros se está introduciendo con muy buenos resultados en la Unidad de Abusos a Menores, puesto que gracias a a esta intervención los niños están más relajados en las sesiones y los perros se convierten en facilitadores de la expresión emocional. Lo curiosos de este caso es que han sido los propios profesionales quienes han reclamado la intervención de los canes de terapia, ya que como destaca Nuria Serrallonga, «los profesionales médicos han pasado de un cierto rechazo inicial hacia este método de trabajo a considerar la Unidad de Intervenciones Asistidas con Perros como un recurso eficaz para desarrollar su trabajo, ya que ésta, además de ser que una herramienta para garantizar el bienestar del paciente, es una herramienta de tratamiento». Y en este sentido, el Hospital Sant Joan de Deú junto a Purina acaban de publicar un informe que corrobora que los beneficios de la terapia canina en el centro no son pura evidencia empírica o una cuestión subjetiva difícilmente mesurable, sino que existe una base y evidencia científica. «El objetivo principal de este estudio es el de concienciar a la sociedad de los beneficios de las mascotas y adquirir un compromiso con ellas; es una manera de dar visibilidad a lo que las mascotas hacen por la sociedad», comenta al respecto Jordi Bosch, director general de Nestlé Purina PetCAre, quien concluye diciendo que «la idea es demostrar que la intervención asistida con perros es un tratamiento como puede serlo un medicamento».