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«El perverso narcisista busca la normalidad dentro de su barbaridad»

Entrevista a Jean-Charles Bouchoux, psicoanalista, psicoterapeuta y escritor del libro «Los perversos narcisistas», de la editorial Arpa

Jean-Charles Bouchoux, escritor del libro «Los perversos narcisistas»
Jean-Charles Bouchoux, escritor del libro «Los perversos narcisistas»larazon

Entrevista a Jean-Charles Bouchoux, psicoanalista, psicoterapeuta y escritor del libro «Los perversos narcisistas», de la editorial Arpa.

-¿Quién es el perverso narcisista?

-Es alguien que tiene miedo a caer en la psicosis, por lo que emplea mecanismos de defensa psicológica, pero de tipo especial, muy proyectivo, y va a intentar, sin darse cuenta, hacer soportar a otra persona las cosas que él no soporta.

– ¿Sería un sinónimo de maltratador psicológico?

–Maltrata a alguien, sí, pero sin que la víctima se de cuenta, intentando que se viva como algo normal. Es un maltrato, pero «porque la víctima se lo merece». «Quien bien te quiere, te hará llorar», ese es su lema.

–¿Cómo se explica la conducta del perverso narcisista?

–Es una persona como los psicóticos, que no soporta los conflictos internos, así que cada conflicto que puede encontrar en sí mismo lo proyecta en el otro. No conoce la culpabilidad. Busca una forma de normalidad en su barbaridad.

– ¿Hay algo en su infancia que le haga ser así o es un rasgo de su personalidad?

–El perverso narcisista ha tenido un fantasma de omnipotencia cuando era niño. En general viene de la ausencia del padre o que hay un padre pero inconsistente. Por ejemplo, una madre que duerme con su hijo en la cama y envía al padre a dormir al sofá y ese niño se convierte en alguien omnipotente, más potente que su padre. Y realmente es omnipotente, al menos en el pensamiento y en el discurso de su madre

–Pero, ¿qué relación puede haber entre la ausencia, ya sea física o emocional, de un padre y el ser un perverso narcisista?

–Porque él tiene la impresión de ser omnipotente y más fuerte que la ley. Él es quien tiene la ley. Está al límite del psicópata.

–¿Cuáles son las herramientas del perverso narcisista para manipular a la otra persona?

-Hay una primera parte que es de seducción. Te va a decir exactamente lo que quieres oír y así se presenta como la persona perfecta; de hecho, muchas veces he oído decir a las víctimas: «Yo creía que había encontrado al hombre ideal». Pero mientras intenta seguir siendo esa persona ideal, si aparece una «mancha» en esa imagen que quiere proyectar, él no la puede soportar y es en ese momento que la víctima va a soportar esa «mancha» y poco a poco va a ir perdiendo su razón: en lugar de pensar que el otro lo está haciendo mal, la víctima se pregunta qué puede hacer para ser mejor.

–¿El perverso narcisista no es consciente de lo que hace?

–No, porque siempre te va a decir que tiene razón, que lo hace porque te lo mereces, porque es bueno para ti saber lo equivocado que estás.

–¿Cuál es el perfil de la víctima?

–Coincide en que en todos los casos hay una falla narcisista, Todos podemos ser víctimas, todos podemos encontrar un lugar de la falla. Suele haber una falla y esa falla puede ser estructural, por falta de autoestima, por ejemplo, o coyuntural, como un nuevo trabajo o relación de pareja...

–¿El perverso narcisista es siempre así o son conductas puntuales en momentos o con personas concretas?

–Hay personas que son perversos narcisistas pero también hay mecanismos del perverso narcisista. Así, hay gente que sin ser mentalmente perversa usa en ocasiones estos mecanismos

- Y ¿cuál es la relación del perverso narcisista con su víctima?

-Es una relación de dependencia. De hecho, cuando la víctima te habla de él parece a veces que te habla de una droga: se puede decir que la adicción es buscar siempre algo que no encontramos nunca. Somos adictos a lo que no nos da nada, es increíble.

–¿Cómo afecta a la víctima esta relación?

–Pues si la persona narcisista perversa no soporta el conflicto interior y lo proyecta en el otro, se puede decir que la víctima soporta el conflicto en ella misma. ¿Qué es el conflicto? Son dos energías en sentido contrario que actúan dentro nuestro, así que la víctima o cae en depresión nerviosa, o acaba loca o somatiza y en ese momento ha ganado el perverso porque puede decir: «Mira quién está loco ahora».

–¿En qué momento la víctima se da cuenta de lo que pasa?

–Cuando, por ejemplo, lea esta entrevista. El problema de la omnipotencia que hay del niño con la madre que hemos hablado antes es que hay falta de presencia de una tercera persona. Entonces, en la relación funcional no nos podemos dar cuenta de lo que pasa y el interés de un libro como el mío o de una entrevista como ésta es que por un momento nos ponemos en el lugar del tercero y la víctima, después de ver el libro o la entrevista, va a mirar al perverso narcisista y va a saber lo que hay. El perverso narcisista no permite que la víctima se distancie.

–¿Cómo podemos ayudar a la víctima?

–Si la víctima pide ayuda, está casi salvada. Pero por ejemplo, si tu hija tiene un compañero que es un perverso narcisista, si tú le adviertes de ello es probable que no sólo no se aleje de él, sino que se acerque a él y tú te conviertas en el enemigo. Ha de ser la víctima la que se dé cuenta por ella misma; no podemos ayudar a alguien que no nos pide ayuda, no somos omnipotentes.

–Y si la víctima te pide ayuda, ¿qué debes hacer?

–Debes ayudarle a coger distancia: que se vaya a otra ciudad, que no conteste a los mensajes de su perverso narcisista...Además, es importante que la víctima encuentre una tercera persona con la que poder hablar.

–Y el perverso, ¿nunca cambia?

–No. Podría quedarse solo si su víctima se distancia de él y, en este caso, se va a encontrar con su propia depresión, ante lo que puede dejarse morir, encontrar otra víctima o, incluso, pedir ayuda. Pero creo que no hay que ofrecer ayuda hasta que te la piden porque si no, no das lugar a desear. El perverso, para poner fin a esta situación, debería llegar a la comprensión de la alteridad, de que el otro no es una extensión de uno mismo. El perverso sólo sabe contar hasta uno y debería aprender a contar hasta dos y la víctima debería aprender a contar hasta tres. El tercero es el juez, el que dice que eso no es normal, es este libro o esta entrevista.