Cataluña
«El plebiscito en Cataluña ha hecho casi imposible una reforma constitucional»
Entrevista a Pablo Simón, politólogo y profesor en la Universidad Carlos III.
Entrevista a Pablo Simón, politólogo y profesor en la Universidad Carlos III.
En una época en que politólogos y economistas, con la crisis como telón de fondo, se han convertido en los nuevos gurús, Pablo Simón publica «El Príncipe Moderno» (Ed. Debate) en un guiño a Maquivelo par acercar la política al gran público.
-Maquiavelo dedicó su Príncipe a Lorenzo de Medici, ¿A qué Príncipe va dirigido su libro?
-A qué Príncipe no va dirigido. Si coges las enseñanzas de Maquiavelo, que decía que lo importante para ser un buen príncipe es ser virtuoso, y ser virtuoso es aquel que cambia su comportamiento en función de las circunstancias, pues ahora mismo ser político es un deporte de riesgo. No en vano, en el contexto actual, las lealtades partidistas no están nada claras, la situación es volátil, aparecen nuevos partidos y la globalización trae consigo un cambio tecnológico que está sacudiendo nuestras sociedades. Hay que tener mucha capacidad de supervivencia para llevar tu programa adelante.
-Entonces, el libro busca desanimar a los interesados en la política.
-Al revés, intenta delimitar el perímetro de juego. Cartografiar el escenario de las cosas que sabemos y de las que no. La política, a mi juicio, es autónoma y tiene una gran capacidad de transformación. Pero esa autonomía requiere de cierta virtud y cierto saber ajustarse a los nuevos parámetros. La política que viene va a ser muy diferente respecto a los últimos 30 años.
-¿Cuáles son los retos?
-A mi juicio son tres. La globalización hace más difícil gobernar desde múltiples aristas. Puedes fijarte en lo que hacen otros países, estamos más conectados, cierto, pero la traslación política de nuestras acciones en un cambio real es más difícl porque el poder está dividido entre muchos agentes y no todos responden a planteamientos democrtáticos. La segunsa transformación es el cambio tecnológico. Estamos viviendo la cuarta revolución industrial, pero a diferencia de cuando la máquina de vapor sustituía a la mano de obra barata, ahora veremos sustituir talento y cualificaciones que pensábamos blindadas. El tercero, y fundamental para muchas sociedades, sobre todo la española, es el reto que supone el envejecimiento demográfico. Es decir, gestionar sociedades más envejecidas con trabajos más precarios.
-Alguno partidos consideran que las etiquetas de izquierda y derecha están superadas
-La posición que la gente adopta en el eje izquierda derecha predice el 80 % del voto en España. Es una afirmación falsa. La gente sigue empleando el atajo ideológico para posicionarse. La mayoría no se informa sobre política, de acuerdo, pero si sabes que Podemos está en contra del TTIP, pues tú te identificas y también estás en contra. Hay elementos transversales, no obstante. En España tenemos dos ejes: el ideológico y el territorial. Y estos dos ejes tienen elementos transversales. Es cierto que no tenemos una izquierda jacobina ni una derecha federalista. Pero ese tipo de elementos pueden romper el eje y propiciar fuga de votos. El apoyo a C’s a partir del 1 de octubre tenía su origen en el descontento con el PSOE, por ejemplo.
-Hablando de Cataluña, ¿cómo valora el escenario político?
-Bien, sabemos que el equilibrio político tradicional en Cataluña, es decir, el catalanismo político, transversal a partidos como CiU o el PSC, y que, a su vez, se dividía entre sectores que no participaban en las elecciones autonómicas porque abrazaban el statu quo, y sectores que tenía vocación de transformar España e incluso de cogobernarla, se ha roto para siempre. Tenemos que buscar nuevos equilibrios, pero con una sociedad mucha más fragmentada y polarizada. Anticipar el futuro resulta muy difícil mientras el independentismo no resuelva la larguísima pugna que arrastra desde 2012. El procés no se puede entender sin la pugna por el poder entre ERC y CiU. A día de hoy faltan interlocutores claros. A corto plazo hay más actores que tienen incentivos para rebajar la tensión. No en vano, ya hemos visto que hay caminos sin salida, como la vía unilateral. Pero el independentismo no tiene plan y el Estado no sabe qué hacer. De hecho, ha crecido una sensibilidad pro recentralización. Eso significa que una eventual solución de consenso esté aún más alejada.
-En el libro hablas de que el café para todos, pese a las críticas, ya le iba bien a los nacionalistas.
-Si algo ha tenido el estado de las autonomías es que era moderadamente flexible. Permitía que sobre el papel ciertas asimetrías en términos de fiscalidad o de competencias en la que tenías un doble equilibrio. Los partidos, como el PSOE, tenían que ser competitivos en Cataluña pero también en Andalucía y tenías a Pasqual Maragall y Manuel Chaves sentados en la misma mesa. Y desde esa mesa acordar políticas en un punto intermedioa. Tenemos que pensarhacia dónde vamos. ¿Una reforma constitucional para aclarar las competencias?
-¿Hay mimbres?
-Las elecciones plebiscitarias catalanas lo han hecho casi imposible. Sin eso, quizás hubiese habido una posibilidad. Se perdió la oportunidad. Ahora bien, el consenso es un punto de llegada, no de salida. Aunque descarto que sea posible con el actual Gobierno.
-¿Y con uno de PP y Ciudadanos sí?
-Pues dependería de las mayorías que se diesen. Podrían hacer una pinza al PSOE, de acuerdo, pero el PP pactó los presupuestos con el PNV, sin ir más lejos.
-En el libro prácticamente anuncias la defunción de la aocialdemocracia.
-Sí, es aquello del “no eres tú, soy yo”. Tienen liderazgos y programa, sin dua, pero la sociedad ha cambiado. Las coaliciones tradicionales alrededor del obrero y del profesional liberal han desaparecido. Ya no somos una sociedad industrial. Muchos de los objetivos en términos de bienestar, como la sanidad, ya han sido alcanzados. Tenemos otro tipo de problemas. Hoy, jóvenes, migrantes o mujeres ya no están afiliados o sindicados. La aspiración de volver a tener apoyos del 40% ha desaparecido. La socialdemocracia española es la cuarta que mejor aguanta en Europa con apenas 84 diputados. Esto le va a obligar a redibujarse y superar el dilema de la manta corta. O extiende la protección hacia los precarios mientras la base tradicional se va con la derecha o me consolido con mi base tradicional pero los jóvenes se van a verdes o Podemos.
-¿Es España inmune a la extrema derecha?
-Es el único país, con Irlanda y Portugal, sin extrema derecha, pero no somos inmunes. Simplemente vamos unos 20 años por detrás. La crisis territorial de este año permite una ventana de oportunidad a la extrema derecha.
-Elecciones municipales
-El sistema tiene una peculariedad. Es mayoritario pero con trampa. SI no hay ninguna coalición que llega a la mayoría gobierna la lista más votada. Va a haber muy buenos candidatos, Colau, Valls, Maragall, veremos si entra Graupera. Valls, sin mayoría absoluta es imposible que gobierne, mientras que si Maragall consigue mayoría simple va a tener el gobierno hecho. Y el ganador estará en un pañuelo.
-¿Cómo ves las elecciones municipales en Barcelona?
-Va a haber muy buenos candidatos, Colau, Valls, Maragall y veremos si entra Graupera. Pero el sistema tiene una peculariedad. Es mayoritario pero con trampa. Si no hay ninguna coalición que llegue a la mayoría, gobierna la lista más votada. Valls, sin mayoría absoluta es imposible que gobierne, mientras que si Maragall consigue mayoría simple va a tener el gobierno hecho. Y el ganador estará en un pañuelo.
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