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El poeta irreductible

Pere Rovira recopila en catalán los escritos íntimos y la correspondencia de Charles Baudelaire.

Borges contra sus románticos
Borges contra sus románticoslarazon

Pere Rovira recopila en catalán los escritos íntimos y la correspondencia de Charles Baudelaire.

Edgar Allan Poe estaba convencido de que quien se atreviese a volcar toda la verdad encerrada en su corazón en un libro conseguiría escribir las páginas más escandalosas, brillantes y revolucionario de la historia. Ah, pero desnudarse por completo y mostrarse tal cual uno es, con todas sus filias, fobias, odios, manías, incongruencias, contradicciones, violencias, secretos, no podría salir gratis. No habría nunca adoración después, sólo furia y acoso. Por eso, «no creo que no haya nadie capaz de escribirlo, ni siquiera que se atreviese a intentarlo», escribió Poe.

En ese momento, en París, vivía Charles Baudelaire, el traductor de los relatos del escritor estadounidense al frances, y célebre poeta acosado por el ataque judicial a su totémico «Las flores del mal». Al leer aquel ruego de su admirado Poe, Baudelaire se sintió retado y decidió volcar sus últimas energías en realizar lo que Poe decía que nadie se atrevería a hacer. Comenzó, de esta forma, a escribir sus propias «Confesiones» roussolianas que por desgracia quedaron inacabadas con la muerte del poeta. Sólo quedaron notas, fragmentos, pistas del gran libro que planeaba escribir, pero lo suficiente poderosas para quedar marcadas a fuego en la historia de la literatura universal.

Pere Rovira traduce por primera vez al catalán estos escritos íntimos, y los une con una selección de su correspondencia, en el libro «El meu cor despullat» (Proa) en la que Baudelaire nos obliga a mirarle directamente a los ojos y aceptar tanto sus amores como sus odios, sus rabias como sus alivios, sus efervescencias como sus depresiones. Quien quiera conservar el mito Baudelaire, que no se acerque a este libro, porque aquí vemos tanto las vilezas como los talentos de este hombre contradictorio. «Era un hombre irreductible, imposible de capturar, que tanto podía odiar la modernidad como ser el poeta más moderno del mundo», asegura Rovira.

Misógino y rencoroso

Entre las páginas del libro se pueden leer aforismos «políticamente no incorrectos, sino salvajes», dice Rovira. «La mujer es lo contrario al dandi. Por tanto ha de inspirar horror. La mujer es natural, es decir, abominable. Y también es siempre vulgar, es decir, lo contrario del dandi», escribe, demostrando que las mujeres no le despertaban ninguna simpatía. «¿Por qué al hombre de espíritu le gustan más las prostitutas que las mujeres de mundo, a pesar de que todas son igual de estúpidas. Pensar en esto», insiste. «Me aburro en Francia, sobre todo porque aquí todos se parecen a Voltaire», dice, describiendo al autor de «Cándido» como «el antipoeta, el rey de los empanados, el príncipe de los superficiales, el antiartista, el predicador de porteras». Y a Voltaire tanto le daba.

Sus fobias literarias quedan muy claras. De Moliere asegura: «Mi opinión sobre el Tartufo es que no se trata de una comedia, sino de un panfleto». De George Sand, al que por algún motivo odia más que la sarna, afirma: «Es tonta, es pesada, es charlatana, tiene, en las ideas morales la misma delicadeza de sentimientos que las porteras y las mantenidas». Incluso insiste bajo una pequeña prosa titulada «El diablo y George Sand»: «Miradla, es sobre todo una gran bestia, pero poseida. No puede dejar de pensar en esta criatura estúpida sin un cierto estremecimiento de horror».

Entre la correspondencia seleccionada destaca sobre todo sus cartas impúdicas al amor de su vida, su madre, la persona a la que más amó y a la que más odió a un tiempo, y la que marcó la suciedad con la que miró siempre a las mujeres. «No creo que ningún hijo haya escrito cartas a su madre como estas nunca», certifica Rovira.